El Colegio San Agustín prepara su séptima peregrinación en el año de su Centenario
“Siete, el numero perfecto para Pitágoras, los días en que la Luna cambia de fase, las Maravillas del Mundo, siete son los Pecados Capitales, en siete días Dios creó el Universo; siete, el número más citado en la Biblia”.
Recién estrenemos la primavera, finalizando semana santa, este grupo de peregrinos-viajeros-amigos-colegas…nos embarcaremos en la séptima peregrinación. Siete, el numero perfecto para Pitágoras, los días en que la Luna cambia de fase, las Maravillas del Mundo, siete son los Pecados Capitales, en siete días Dios creó el Universo; siete, el numero tantas veces citado en la Biblia.
En este año jubilar de la MISERICORDIA, del perdón y de la reconciliación, cuando el papa Francisco nos ha puesto fácil de verdad conseguir el jubileo cruzando la Puerta Santa de la basílica de África o la de nuestra Catedral de la Asunción, en este año en el que el colegio San Agustín de Ceuta celebra su centenario, nos vamos a tierra de romanos y dacios, Rumanía o Romania, como prefieran denominarla, es nuestro destino.
Ya ha comenzado la cuenta atrás para aterrizar en Bucarest pasando la medianoche del domingo de resurrección. Allí los más frikis gozaran con las leyendas del príncipe de los vampiros, donde fueron hallados en 2.002 los restos más antiguos del Homo Sapiens, allí la Dacia romana presta su excelso nombre a la industria automovilística rumana y donde el emperador Trajano sigue presente en la letra del himno nacional, por allí andará este grupo tan variopinto.
Siempre que vamos a emprender una nueva ruta, suelo asomarme a esa gran ventana al Mundo que es internet y aprender sobre lo que visitaremos en breve. En esta ocasión reconozco que partía de un gran desconocimiento, incluso de ciertos prejuicios, sin embargo, navegando por la red, descubro un fascinante país que ha tenido un gran peso en la historia del viejo continente, freno y frontera al arrasador Imperio Otomano, parte del Imperio Austrohúngaro y relegado al gris apagado del ostracismo a la sombra de la dominación rusa. Gran desconocido para la mayoría de los españoles que guardan en su retina las relumbrosas “hazañas” de algún grupo marginal minoritario asentado en este nuestro país y vecinos.
El periplo nos llevará a conocer Bucarest, urbe reconstruida en vanagloria del dictador Ceaucescu. Pasaremos por Sibiu, capital cultural europea en 2007; llegaremos a los monasterios pintados de la región moldava de Bucovina “Capilla Sixtina del Este”, perlas desconocidas de Europa. Conoceremos los cascos medievales de las ciudades más bonitas y mejor conservadas de Europa como Sighisora y Brasov, en plena Transilvania, patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Degustaremos la rica gastronomía del país, pediremos “apa plata” cuando queramos beber agua sin gas y quizás probemos el “palinca”, licor de ciruelas con no menos de 40º. Degustaremos la cerveza artesanal Zaganu o la nacional, Ursus. Si vamos al servicio, las señoras tendremos que buscar la puerta donde se lee “fernei” y te dirigirás al “barbati” si eres caballero. Quizás podamos embelesarnos con ese canto melancólico que también es patrimonio de los hombres y que los rumanos transmiten de padres a hijos “la Doina”, o haya tiempo para admirar la cerámica artesanal de Horezu. Oiremos todos los días esa lengua romance que heredaron los rumanos del latín de los romanos y que el tiempo se ha encargado de enriquecer con numerosos sonidos eslavos.
Según leo, es un país sin duda con una fuerte espiritualidad, existe incluso un ministro de asuntos religiosos. La religión católica fue perseguida por el régimen comunista que encarceló a obispos y sacerdotes, expropiando iglesias y monasterios que pasaron a manos ortodoxas y que tras la caída del régimen, no devolvieron a sus dueños originales, lo que aun crea tensión entre ambas corrientes cristianas. Los católicos hoy día representan el 8,5% de la población, su conferencia episcopal está dividida entre el rito latino y el rito bizantino. Los rituales religiosos, las celebraciones, los iconos, las iglesias y monasterios forman parte importante de la vida en Rumanía.