La ceutí, Florinda ‘La Cava’, Capítulo II
José María Fortes Castillo
Don Rodrigo, según unas fuentes murió en la batalla del río Guadalete contra las tropas de Tariq, otras fuentes aseguran que murió ahogado en dicho río. Lo que, si es cierto, es que su cuerpo nunca fue hallado, lo que originó nuevas leyendas. Algunas señalan que huyó a Portugal y allí se convirtió en ermitaño (hoy en día yacería en Viseo. La primera crónica de Alfonso X recoge que una lápida encontrada en dicho lugar, nombra a Rodrigo como último rey godo «Rudericus ultimus rex gothorum». Dejando todo esto a un lado, el final más legendario se encuentra en el Romancero. Éste narra que finalizó sus días sepultado, aunque estaba vivo, junto a una serpiente que poco a poco iba torturando hasta devorarle el corazón. «Ya me come, ya me come, por do más pecado había, en derecho al corazón, fuente de mi gran desdicha».
Por lo que respecta a don Julián, algunas leyendas afirman que murió a manos de los musulmanes y otras por el contrario dicen que Musa respetó su vida y rango, hasta su muerte. Pero volvamos a Florinda, nuestra desdichada paisana que ya era llamada por los árabes como “la Cava” (mujer mala o prostituta).
El apelativo que los árabes dan a Florinda, llamándola “La Cava”, no nos debe de extrañar, dado que ellos la palabra “violación” no tiene una traducción o un término equivalente en el Corán. No hay un solo verso en el Corán que al menos remotamente, induzca a evitar la práctica del sexo forzado. En contrapartida, sí hay versos en este libro donde se da luz verde a la práctica de la violación.
El grupo yihadista “Estado Islámico”, publicó un polémico artículo en el que asegura que el “sexo forzado”, no es violación, sino una práctica del islam inspirada en el profeta Mahoma, así lo informó el diario “TheIndependent”.
En el mundo visigodo, abrazado por entonces al cristianismo, también se tenía un criterio sobre la mujer, cruel y ruin, propio de aquellos tiempos, donde se consideraba que era un objeto del que se servía Satanás para hacer pecar a los hombres. Todas estas aclaraciones, vienen dadas con el fin de situar al lector en aquellos tiempos tan lejanos como era el siglo VIII y comprender mejor el significado de “La Cava” (mujer mala o prostituta), algo incomprensible en los tiempos actuales, donde los patrones culturales son tan dispares, de manera que la duda no tenga sitio en la mente del lector, dado que vamos a dar un repaso a varias de las leyendas de las muchas que existen sobre la joven ceutí, olvidada hasta por su propio pueblo.
En el periódico ABC, un artículo de Mónica Arrizabalaga, con fecha del 1 de febrero de 2015, decía así: En un torreón junto al río Tajo, Toledo recuerda una de las más famosas leyendas de la historia de España, la de “Florinda la cava”. Allí cuentan que don Rodrigo, último rey de los godos, vio bañarse a la bella hija del conde don Julián y se dice que en lo alto de esta puerta de un antiguo puente de barcas se veían en noches de luna llena el espectro de la desdichada joven.
La Cava, llamada así por los árabes y cuyo nombre significa «mala mujer», había salido con sus doncellas por los jardines de su residencia y decidió darse un baño sin percatarse de que don Rodrigo la contemplaba. La visión de la bella joven «abrazóle» al monarca que, obsesionado con la muchacha acabaría por forzarla. «Florinda perdió su flor, el rey padeció castigo», señala el Romancero Español que achaca a este ultraje el posterior desastre de la batalla de Guadalete y el fin del reino visigodo: «De la pérdida de España / fue aquí funesto principio».
«Ya desde el siglo X circula entre los escritores cristianos asentados en zona mozárabe un relato de origen incierto que recoge como desencadenante de la invasión musulmana la violación de la hija del Conde Olián, gobernador de Tánger y Ceuta», señala Helena Establier Pérez en un estudio sobre la leyenda de La Cava, recogido por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervante.
Este conde, al que la leyenda bautizó como Don Julián, envió a su hija a la corte de Toledo para ser educada, según unas versiones (otras señalan que fue don Rodrigo quién alejó al padre a territorio fronterizo para consumar con más libertad sus deseos. El caso es que la joven se convirtió en una obsesión para el monarca. En vano trató que Florinda le correspondiera y ante sus continuas negativas, acabó por violarla.
«Ella dice que hubo fuerza; él, que fue compartido», señala el Romancero sin aclarar si hubo o no violación, algo que, si se señala en otras crónicas, como en «La verdadera historia del rey don Rodrigo» (1589), de Miguel de Luna.
Unas fuentes señalan que Florinda murió «loca de dolor y de vergüenza» en el torreón de Toledo, o ahogada junto a él en el Tajo, en el mismo paraje donde don Rodrigo la viera desnuda.