Vivas en el Senado

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La convocatoria del Senado al Presidente de Ceuta, para participar en la ponencia sobre los territorios extrapeninsulares , es una buena noticia, porque nuestra ciudad debe tener presencia en cuantos foros se constituyan para darse mejor a conocer.

Ceuta tiene el derecho a ser objeto de atención, porque acumula méritos suficientes para ello, por historia, por lealtad y por su notable resiliencia. Pero también por ser un hecho singular destacable, que atesora inagotables reservas de un buen muy escaso hoy en día en nuestro mundo: la capacidad de los ceutíes de quererse entre si al margen de las diferencias. En Ceuta las diferencias son un valor, cuando en el resto del mundo generan fuertes tensiones. Observen el último ejemplo de odio en Estados Unidos, con ese choque social entre norte y sur, derecha y centro, blancos y negros, trumpistas y el resto. El odio es el mayor negocio del mundo y también su mayor vergüenza y su peor abismo. Ese brutal y aborrecible sentimiento se esparce como una pandemia desde los grandes contaminadores: los líderes populistas. Ellos no son conscientes de que odian, porque disfrazan ese sentimiento con múltiples argumentos contra aquellos entre quienes impacta, y da igual que se trate de política, de religión o de filosofía, porque cualquier justificación les vale para señalar culpables de un mal que sólo ven ellos.

Durante el franquismo, se podía ser buen o mal español, según si se era católico, protestante, masón, heterosexual u homosexual y un largo etcétera de matices. Hoy se puede ser mal catalán si no es independentista y poco de derechas si se defiende la república frente a la monarquía. Pero todos estos estereotipos son el resultado de una moral impuesta por unos pocos, ya sea bajo la dictadura o la democracia. Nuestra democracia tiene sus tics, no los que señala Pablo Iglesias, sino más bien, lo que él representa, es decir: hay que machacar a todo el que no sea tan progre como él.

Pero volviendo a Ceuta, nos encontramos con una ciudad tranquila, a la que intentan excitar desde dentro y desde fuera. Los ceutíes no están anestesiados ni dormidos. Saben lo que pasa y aman por encima de todo su estilo de vida, su capacidad de convivir, de arrimar el hombro, de superar los prejuicios raciales o culturales, de reconocer en el otro a un hermano y no a un extraño. Nuestra reacción como sociedad a la agresión múltiple de Marruecos, forma parte de nuestro adn: templanza, resistencia, propuestas de cambio, apelación al Estado y a la UE, pero ni rastro de odio. Una ciudad que necesita ser más conocida y más valorada para ser mejor tratada. Y Vivas es el mejor embajador posible para trasladar toda esa carga social a las Cortes Generales, para persuadir a sus señorías de que esta pequeña tierra es grande de España y que tiene planteada una senda razonable y consensuada para salir de la crisis. Estoy seguro de que el Presidente Vivas volverá a sorprender por su solvencia intelectual y que será capaz de prender la llama del interés por Ceuta y de la utilidad de ésta al conjunto del Estado. Hay muchas Españas, por decirlo como lo diría Fernando de Aragón, o muchas caras de la misma España, que así lo expresaría Manuel Fraga,, como la España verde, la España vacía o esa que está fuera del marco peninsular. Todas son distintas, con sus problemas singulares y soluciones distintas, pero no podríamos imaginarnos España sin esos pequeños lugares de difícil acceso en los montes de Cantabria, sin esos páramos vacíos de la Soria de Machado o sin la plaza de África de Ceuta, alma de la España de este lado del mar.

Ahí estaremos, en el Senado, representados por un buen caballa. Suerte Presidente.

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