Ochenta y cinco años de olvido
MEMORIA HISTÓRICA
Este sábado se cumplen ochenta y cinco años del fusilamiento de Antonio Escobar Huerta: un militar ceutí que tuvo un papel trascendental en los inicios de la Guerra Civil
En las primeras horas del 18 de julio de 1936, el coronel al mando de la Guardia Civil en Barcelona mandó a formar a todos los agentes disponibles en la Ciudad Condal. Recorrieron la distancia entre el puerto barcelonés y la Vía Laietana, donde se encontraba entonces la sede de la Generalitat de Cataluña. Al llegar, pidió que se le presentase ante el el presidente catalán, Lluis Companys. Probablemente, el hombre que hoy es un referente para los republicanos e indepentistas catalanes estaba preparado mentalmente para saber que sería fusilado. O preso. O torturado. Para lo que seguro no estaba concienciado era para ver como aquel militar recto, católico a ultranza y muy de derechas se le cuadraba tras pronunciar un “A sus órdenes, señor presidente”.
Curiosidades de la historia: en las cercanías de la Iglesia de Los Remedios murió una catalana llamada Agustina Raimunda de Domenech, ‘Agustina de Aragón’ por su actuación en la invasión francesa de Zaragoza. En ese mismo edificio, nació aquel coronel que moriría en Barcelona. Se llamaba Antonio Escobar Huerta, y su nombre sigue permaneciendo hoy en una suerte de olvido, incluso cuando el conflicto de hace un siglo parece estar más presente que nunca en nuestros días.
Si hoy sabemos cosas de Escobar es, entre otros, gracias a la labor de Daniel Arasa, uno de los periodistas más respetados en Cataluña y autor de trabajos como “La cruz y la República”, sobre el militar ceutí. “ No se anda por las ramas: “es una vergüenza que la figura de Escobar no esté más reconocida, como gente como el general Aranguren. Una de las causas de que haya sido olvidado es que el general Escobar representa dos aspectos. Era un hombre de reconciliación, leal a la causa republicana, herido en varias ocasiones, resistió a las presiones pero era un hombre de paz pero con la memoria histórica no se busca reconciliación, sino guerracivilismo”.
Escobar, en efecto, fue pieza de ‘caza mayor’ durante la Guerra Civil. Prefirió “a pesar de ser un hombre de profundas convicciones católicas, ser leal al juramento que pronunció, y por tanto, a las autoridades republicanas”. Sin embargo “los republicanos, en especial los anarquistas, no le perdonaron sus fuertes convicciones personales, y los nacionales no le perdonaron que fuera un militar que guardase lealtad al juramento que había empeñado”.
Más aún, tuvo la desgracia de tener “un hijo luchando en cada bando de la Guerra Civil”. El guardia civil ceutí, hijo de militares, vivió con especial dureza aquel conflicto. “Pocos ejemplos podemos encontrar de personas que reflejen tanto en si mismas el horror de aquella Guerra, aquel enfrentamiento cainita, como Antonio Escobar”.
El decidió permanecer al lado de sus tropas, aunque no pudo evitar que el bando sublevado tomase Cataluña meses antes de la finalización del conflicto. “Hacía, en cierto modo, suyas unas palabras del presidente Manuel Azaña en el Ayuntamiento de Barcelona en 1938, cuando decía ‘Paz, piedad y perdón’. Azaña entendía que todos los bandos habían cometido errores, que la culpa era en cierto modo de todas las partes implicadas y pedía un punto y aparte para evitar sacrificar más vidas”.
El bando republicano nombra a Escobar general. Sin embargo, es desposeído de ese título durante el franquismo. En 2023 se le restituyó el generalato por parte del Gobierno central. No es el único homenaje que se le ha tributado en los últimos años: en el Cementerio de Montjuic donde reposan sus restos mortales, tanto el Gobierno central como la cúpula independentista en plena efervescencia del ‘proces’ -si: Junqueras y compañía homenajeando a un general de la Guardia Civil-, lo que en opinión de Arasa no es suficiente. “No tiene una calle que recuerde su nombre ni en la Ceuta en que nació ni en la Barcelona en que murió. Hay que reivindicar buscar las fosas comunes, etc. Pero era un hombre amante del perdón y profundamente católico, algo que incomoda a la gente. Escobar no era un personaje que hablara de vencedores o vencidos, sino de reconocimiento mutuo y reconciliación”.
Pero ¿cual fue el destino de Antonio Escobar?. Atención, porque ahora viene un giro interesante de la historia. Cuando es inminente la derrota del bando republicano, un viejo compañero de armas le ofrece un avión para salir de España. Se llamaba Juan Yagüe: hombre al mando de Ceuta y firmante de la orden de ejecución de Antonio Sánchez Prados. Escobar rehuye y decide, hasta el final y con todas las consecuncias, unir su suerte a la de sus hombres. Otros generales del bando republicano, por ejemplo, si deciden huir y emprender el camino del exilio. Es el caso de José Miaja: tío de Fructuoso, quien luego sería alcalde de Ceuta. La calle que recuerda a Fructuoso -sede actual del edificio sindical- fue en tiempos la calle del General Yague. El cambio de nomenclatura se produjo un par de años antes del relevo en la Comandancia General de Ceuta por el que Fernando López de Olmedo y Gómez entregó el testigo a Juan Yague Martínez del Campo, hijo del anterior.
Tras la Guerra Civil, Escobar es apresado. Y si comenzábamos este artículo recordando ese encuentro con Companys, hemos de acabarlo recordando que el final de ambos fue común. “La mayor parte de los fusilamientos en Barcelona tuvo lugar en el Campo de la Bota. Por orden directa de Franco, en Montjuich se produjeron dos fusilamientos: el de Antonio Escobar el 8 de febrero de 1940 y el de Lluis Companys, entregado por la Gestapo a España meses después, el 15 de octubre de ese mismo año”. En la detención de Companys, por cierto, interviene un curioso personaje: Pedro Urraca, conocido como ‘el cazador de rojos’.
Escobar, sin embargo, tuvo dos pequeño privilegios. “Fue leal a su condición militar, hasta el punto de que pidió, y se le concedió, dirigir su propio pelotón de fusilamiento”, confirma Arasa. Y tras dar la orden, su cuerpo yació en las paredes del hermosísimo castillo que corona Montjuic (Monte de los Judíos en castellano) con un rosario y un crucifijo. Fue el segundo privilegio que tuvo Escobar.
Su hijo, el nacional, murió en la guerra. Su hijo el republicano pasó varios años en la cárcel. La memoria de aquel general, de cuya muerte se cumplen hoy 85 años, sin embargo valió a José Luis Olaizola un Premio Planeta y a Antonio Ferrandis (si: Chanquete) un interesante papel cinematográfico.
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