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MEDIOAMBIENTE
Quizás haya llegado el momento de replantear cuánto conoce el ser humano del medio marino. Pudiera ser que muchas de las especies que conocemos escondan una mayor diversidad de la que hasta el momento se ha documentado. Un indicio de que las cosas acaben resultando ser así lo ofrece el último descubrimiento detallado por un equipo de biólogos de la Fundación Museo del Mar de Ceuta.
La labor de este grupo de científicos ha permitido sacar a la luz distintas morfologías en ejemplares de colonias de corales del género Parazoanthus en los acantilados y fondos marinos del litoral granadino y en los fondos submarinos ceutíes.
La relevancia de este hallazgo ha sido la de constatar que lo que hasta ahora se consideraba una sola especie eran, en realidad, tres distintas. De algún modo, los biólogos de la Fundación han evidenciado que existe una diversidad en la naturaleza que ha permanecido oculta a los ojos de los especialistas.
Además de la especie Parazoanthus axinellae, ya conocida, los trabajos han permitido describir otras dos nuevas que se han identificado con los nombres de Parazoanthus franciscae, endémicas del Mar de Alborán, y Parazoanthus brevitentacularis, presentes en el Mediterráneo y en los archipiélagos de las Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes, un espacio geográfico conocido como la Macaronesia.
“Los morfotipos brevitentacularis y axinellae se encuentran en Ceuta -explica el director de la Fundación Museo del Mar, Óscar Ocaña- La población más importante de todas se halla en la Piedra del Pineo, un lugar que ya hemos propuesto para su protección al Ministerio”.
Ocaña no oculta su excitación ante el escenario que para la investigación abre la certeza de que existen especies tras las cuales se esconde una multiplicidad de otras que todavía están por identificar. “Esto es de un alcance enorme: llega una nueva ola para el entendimiento de los mares y océanos”, augura el director de la Fundación.
Este nuevo enfoque traerá consigo consecuencias para la conservación derivadas del afloramiento de esta biodiversidad emboscada. “Las administraciones tendrán que tomar cartas en el asunto y darse cuenta de que no por proteger una zona se está protegiendo el litoral -advierte el biólogo ceutí- Será necesario habilitar muchísimas más zonas protegidas, será preciso entender la protección de una manera completamente distinta”.
Los corales como asiento de otras especies
Los hallazgos documentados por el equipo de Ocaña forman parte del proyecto MESO Alborán II, desarrollado en colaboración con la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través del Programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo de Pesca y Acuicultura).
La Parazoanthus es una especie relevante por su condición bioconstructora, por su capacidad de estructurar el ambiente, introducir complejidad y dar asiento a muchas otras especies asociadas. “Los corales, al igual que las esponjas, son muy importantes para los océanos, digamos que son los bosques del mar -continúa Ocaña- El mar ahora requiere de muchísima exploración”.
Las especies objeto del estudio de la Fundación no son, precisamente, unas recién llegadas: llevan en el planeta unos 250 millones de años, lo que les otorga la condición de fósiles vivientes. Sin embargo, los efectos que la acción humana sobre el medioambiente constituye una amenaza para su supervivencia.
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