Una calle con nombre, y el hombre tras el nombre: ¿Quien fue José Durán Ambel?

SEMANA SANTA

Una de las calles por la que transitan prácticamente todos los pasos de la Semana Santa ceutí es la calle Pepe Durán. Ahora, en este Miércoles tan importante para el, nos acercamos a recordar su figura

Pepe Durán, (de pie, con corbata y mirando a cámara) en una muestra en Madrid/ Cedida
Pepe Durán, (de pie, con corbata y mirando a cámara) en una muestra en Madrid/ Cedida

El callejero de cualquier ciudad no suele ordenarse por criterios caprichosos. Al menos, no debería. En Ceuta se ha procurado seguir ese ejemplo. De este modo, la mayoría de los pintores (Zurbarán, el Greco, etc) tienen sus calles en la zona de El Morro y la mayoría de los escritores (Fernández de Moratín, Pérez Galdós o Calderón de la Barca) son recordados en la barriada de Villa Jovita.

En ese sentido, la Plaza de África no es solo uno de los principales rincones neurálgicos de Ceuta. También alberga los nombres de destacados ceutíes. Luis López Anglada, el poeta que tantos discursos ha inspirado en el último cuarto de siglo, da su nombre a la callecita de la catedral donde tiene su sede la Vicaría General de la Ciudad.

La contigua al Palacio Autonómico tiene cierto encanto. En la Avenida Alcalde Sánchez Prados, la actividad suele ser frenética: taxis, cafeterías, gente que entra y sale del Palacio consistorial... Sin embargo, la Plaza de África se ofrece casi siempre como un remanso de paz, un oasis de quietud y silencio, en pleno corazón de la ciudad. Raro es verla con más de cuatro o cinco personas cualquier mañana: barrenderos, paseantes, algún abuelo con los nietos. algún perro travieso, un par de enamorados... La arquitectura de la Plaza ha sido, más o menos, respetada y ello permite que no pierda ese aroma castizo que nos ha marcado a tantos ceutíes a lo largo de los tiempos. Un lugar, tampoco nos engañemos, propicio para las conspiraciones palaciegas: no pocos pactos de Gobierno han sido urdidos paseando alrededor del monolito que homenajea a los héroes de la Guerra de África y que, hasta no hace muchos años, protegió los restos de varios de ellos.

Además de López Anglada, aquel ex militar del que se cuenta (no está demostrado) que aprovechó su condición de afecto al régimen franquista para mediar por la vida de un poeta alicantino al que admiraba, y conmutar la pena de muerte por la cadena perpétua a Miguel Hernández, hay otros nombres propios. Leopoldo O’ Donnell, Valentín Cabillas, Pepe Serón... y Pepe Durán.

El callejero nunca es inocente. Y lo que ocurre, cuando vamos cumpliendo años, es que nunca nos acordamos de quien fue, nunca nos preguntamos porque ese señor tiene una calle con su nombre. En el caso de O’Donnell, homenajea a una general, mientras que Pepe Serón y Valentín Cabillas fueron cofrades -el segundo, también, alma mater de los mejores años de la Unión África Ceutí-, como es más o menos sabido. Pero ¿José Durán?.

Vayámonos a la Novena de Santa María de África de 1996. Tras varios años sin poder procesionar por una controvertida restauración, la Virgen de África está lista para procesionar de nuevo. Como decía el lema de aquellos años, “Vestida, coronada y en la calle”. Antes de que comience la Novena, dos hombres pasan toda la noche encerrados en el templo. “Decidimos vestirla acorde para una ocasión tan especial, para que la gente se la encontrase de esa manera al abrir la Iglesia. Al amanecer, cuando habíamos concluído, la miramos, nos miramos, nos abrazamos y rompimos a llorar como dos niños”, recuerda uno de ellos, Francisco Pérez Buades. El otro era José Durán.

Concluían así los únicos años en que la Virgen de África había estado fuera de Ceuta desde su llegada a nuestra ciudad de la mano de Enrique el Navegante. El 7 de marzo de 1991, la Virgen dejó Ceuta para ser restaurada en Madrid de varios problemas derivados del paso de los años y ¿por qué no decirlo? de un cuidado que no había sido precisamente exquisito: “A la túnica se le eliminaron unos adornos hechos con purpurina, al velo se le quitaron dos capas de repintes generalizados y unos añadidos de cera, rescatando su capa pictórica original. Se levantaron dos capas de repintes extendidos en el paño de pureza del Señor. Se acometió la labor de levantamiento de repintes en el rostro y manos de la Virgen, encontrándose con la agradable sorpresa que al suprimir estos repintes, apareció la policromía original completa.Después de todo este proceso, se devolvió a la imagen su riqueza cromática sin quedar por ello desprovista de las veladuras, pátinas, y efectos de envejecimiento propios del paso del tiempo”, entre otras cosas, se detalla en la web virgendeafrica.com

“No controlo exactamente todo su legado, pero me atrevería a decir que no hay una sola hermandad de Ceuta que no tenga, al menos, un pespunte dado por mi tío”, reflexiona la abogada Cristina Bernal. En tiempos secretaria del Consejo de Hermandades y Cofradías, y también diputada autonómica en la convulsa legislatura 1999-2003 (aquella de los tres alcaldes en año y medio), es sobrina de Pepe Durán.

“Mi tío era profesor de electricidad en el actual Almina, entonces Maestría Industrial. Siempre fue muy creyente, pero cuando se fue a Málaga a estudiar Maestría entró en contacto con el mundo de las Cofradías malagueñas”. Tal vez, a partir de ahí comienza todo. “Yo no había nacido cuando el estudiaba en Málaga”, rememora Cristina, pero “luego por cercanía, y porque es el gusto de Ceuta, pues fue muchas veces a la Semana Santa de Sevilla, que la conocía muy bien, y por los años ochenta, por aquel entonces se empezó un poco a forjar el carácter de la Semana Santa actual de Ceuta, y él pues se inspiró completamente en la Semana Santa sevillana, como era el gusto, y sigue siendo, de nuestra ciudad”.

Durán tuvo una especial vinculación con la Semana Santa de su ciudad, pero todo tiene un principio, como fue una toca para la Caridad, y también, el estandarte de la hermandad. “Curiosamente, empezó a coser a raiz de la necesidad de hacer uno nuevo. El nunca había cosido, pero era muy devoto de la Caridad y empezó a hacerlo porque, entonces, no había tanta disponibilidad económica”, recuerda Cristina Bernal. Aquello de hacer de la necesidad virtud... “Se puso a estudiar como diseñar un estandarte, los materiales, el tamaño, y esa fue su primera obra. Pepe cumplió con su Virgen, la tesorería de la Hermandad experimentó un alivio, y la Semana Santa de Ceuta ganó un costurero de excepción.

Porque, evidentemente, ahí no acabó la trayectoria de Durán. Todo lo contrario: “Junto con otro grupo de cofrades luchó por que volviera a salir a la calle vestida la Virgen de África. Era algo que el llevaba muy a gala, haber participado con otros cofrades por aquel entonces, en aquel movimiento para que volviera, y sí que hizo trabajos y alguna restauración de los enseres de la Virgen de África. A mi, también porque es mi cofradía, pues me gusta mucho una salla blanca que tiene la Virgen de la Caridad, que me gusta mucho, pero además el bacalao, el bacalao de la flagelación, el bacalao que hizo él porque fue uno de los primeros trabajos”.

Pasan los años, y Durán empieza a acumular trabajos cofrades. Y al final de los noventa, definitivamente comienza a dar clases de bordado a un grupo de desempleados del INEM -el actual SEPE- en las instalaciones del Centro de Mayores ‘Miguel Hernández’. Entrar en su domicilio particular, en la Plaza de los Reyes, no era exactamente visitar una casa. Era hablar con el en un auténtico taller de bordado en el que también había sofás, muebles, un televisor.... Un hogar entre telares, en definitiva.

Su prestigio no se acababa en la bocana. En Toledo, ciudad que conocía como la palma de su mano, llegó a bordar el estandarte de la Hermandad del Rocío. “Es una obra muy elegante, que combina los elementos rocieros con el carácter castellano”, afirma Cristina Bernal. “Aquí, quizá, no se conozca mucho, pero es una auténtica preciosidad”. Una anécdota que da idea de la personalidad del personaje. Durán era amigo de un grupo de monjas de clausuras en la capital manchega, a las que visitiba con frecuencia. Una de estas siempre le decía, al despedirse, “Pepe, sé malo: a los buenos es a los que Dios se lleva siempre en primer lugar. Sé malo, por favor”...

A principios de siglo, Pepe Durán entrega uno de sus trabajos más majestuosos: el palio de la Esperanza. Sin embargo, la salud comienza a mermarle. Aparece el cáncer -la cosa mala, la maldita enfermedad-, y no tiene piedad con el.

Era primavera en Ceuta, en el año 2002. Todo estaba previsto para la Semana Santa de aquel año, con los estrenos, problemas de costalería y cambios en las distintas hermandades que son de rigor. Sin embargo, aquel año en que se produjo la Crisis de Perejil, en que España entera aprendió a odiar a Kamal Al Ghandour y a considerar a Corea del Sur casi como enemigo patrio, o en que se descubrieron los primeros restos de la Cabililla de Benzú, pasará tristemente a la historia de la Semana Santa por otra cuestión.

El 15 de marzo de 2002, en una Sevilla que quería -y conocía- tanto como a su Ceuta natal, José Durán Ambel fallecía a los 47 años de edad. Quedaban apenas días para la Semana Santa de 2002. De hecho, su muerte prácticamente coincide con el pregón que Juan Carlos Aznar Méndez ofreció aquel año y que, evidentemente, tuvo un recuerdo especial para el amigo Pepe Durán. Fue prácticamente lo primero a lo que hizo referencia el pregonero. Porque esa es otra de las claves del personaje: en un mundo en el que a veces aparece la vanidad más de lo deseable, Pepe consiguió ser amigo de todos.

El 17 de marzo de 2002, la Iglesia de Nuestra Señora de África está hasta los topes. No cabe, literalmente, un alma. Los restos mortales de Pepe Durán llegan procedentes de la capital hispalense. “Ahora le estará bordando, directamente, a ella”, se escucha en las puertas del templo patronal. El prioste, el cofrade, el bordador está de cuerpo presente, frente a la imagen de la Patrona. De aquella con la que soñó tantas veces verla vestida, coronada, y en la calle.

Una semana después, la Flagelación sale por la parte trasera de la Catedral, como era habitual hasta que algunos años después se inaugura su Casa de Hermandad en Teniente Pacheco. Su figura está más presente que nunca, en una procesión de Miércoles Santo triste. “Ahí va tu Cari, Pepe”, dice alguien justo en el momento en que la imagen de la Caridad comienza su procesión por las calles de Ceuta.

Pepe Durán, (de pie, con corbata y mirando a cámara) en una muestra en Madrid/ Cedida
Pepe Durán, (de pie, con corbata y mirando a cámara) en una muestra en Madrid/ Cedida

Años después, en 2010, se inauguran varias calles. El poeta López Anglada, Valentín Cabillas y Pepe Durán. Su hermana Charo es quien representa a la familia y se muestra agradecida a las autoridades por el hecho de que se ponga el nombre de su hermano a una calle. No es una calle cualquiera, pues como decíamos al principio, el callejero no suele ser caprichoso. Y ahí queda, en una calle lateral, el nombre del bordador y prioste. Para siempre, junto la imagen de su querida Patrona.

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