Juana García de Vinuesa cumple 100 años con una salud “a prueba de bombas”
SOCIEDAD
La ceutí ha celebrado su centenario rodeada de varios miembros de su numerosa familia. Nacida en Tetuán y esposa de un coronel de Infantería, tiene 8 hijos, casi 20 nietos y varios bisnietos
Tantos son los seres queridos que la acompañaron en su nuevo cumpleaños que tuvieron que hacer la foto de familia a las puertas del piso donde se celebraba la fiesta. Y eso que no pudo acudir la totalidad de hijos, nietos y bisnietos de quienes Juana García de Vinuesa (100 años) tiene la suerte de presumir. La ceutí nacida en Tetuán, “una gran amazona”, “buena persona” y mujer de “fortaleza”, protagonizó este lunes, 14 de abril, una fiesta en honor de su centenario.
“El médico nos dice que tiene una salud a prueba de bombas”, comenta uno de sus ocho hijos, Juan Antonio López -alias Queque-. Es uno de los invitados que tuvo que desplazarse desde lejos para asistir al 100 cumpleaños de su madre. En su caso, desde Tenerife, aunque otros lo hicieron desde Fuengirola, Algeciras o Sevilla. Sus cuatro hijas sí viven todas en la ciudad autónoma. Juana -o Juanita, como la llama Queque- tiene “la suerte” de vivir con la médica de la familia. Otras dos de sus hijas son enfermeras.
Entre todas ellas -y las trabajadoras a domicilio-, la señora está “muy bien atendida” y, lo más importante, siente cada día el cariño de los suyos. En la fiesta de cumpleaños, Queque leyó un texto donde agradeció y alabó la “labor” de sus hermanas. “Es increíble que vengan todos los días de visita. Así ella -Juana- siente compañía, siente el control. Es una labor encomiable”, reconoce Queque a este diario.
El padre de la familia, Rafael, falleció hace unos años, con 80 de edad. Era militar, coronel de Infantería, y Juana, acostumbrada a la vida castrense por su padre, lo siguió por todos los rincones donde fue destinado. Pasó muchos años -parió y crio a muchos hijos- en diferentes zonas del norte de Marruecos. El mismo Queque, el tercero de los hijos, recuerda haber vivido en Larache, Alcazarquivir, Rincón o Cabo Negro.
“Eran destacamentos miliares, pero en algunos de ellos no había ni luz eléctrica. Eran unos tiempos bastante difíciles, radicalmente opuestos a los de hoy”, destaca el hijo de Juana. Cuando sus hermanos y él tenían miedo por algo, ella se esforzaba en transmitirles seguridad y “confianza”. “Intentaba enseñarnos que en la vida hay que tener prudencia, pero no miedo. Y eso es muy importante”, añade Queque.
Cree que su madre adoptó “el espíritu militar de su marido”. Aplicaba e inculcaba “disciplina”, pero “ojo, sin pegar nunca”, aunque “algunas veces alguno se mereciera que le dieran en el trasero con la alpargata”. “Hoy he echado años atrás y he recordado muchas cosas de ella, y no puedo sino alabar esa labor. De una buena madre, una buena persona, y ya abuela y bisabuela excelente. Ese es un buen resumen de una señora. Mujer y señora a la vez”.
Señora y “muy buena amazona”. Juana era una apasionada de la equitación, según relata su hijo, que recuerda que su madre montó a caballo por todos los destacamentos donde estuvo destinado su padre. Se caía y volvía a levantarse. “Era una persona luchadora”, resume. Una mujer que se desvivió por sus ocho hijos -uno de ellos falleció hace años-. Subraya Queque que su madre supo guiarles, y no tuvo miedo de hacer “sacrificios” por ellos.
Todos sus hijos estudiaron en el colegio San Agustín, y cada uno supo labrarse un futuro personal y profesional, cada cual en profesiones diferentes. En su familia hay banqueros, funcionarios de prisiones, economistas, médicas o enfermeras. Tiene ahora casi 20 nietos y varios bisnietos. Sus hijos, María Rosa, Queque, Paco, Pilar, Rafael, Fabiola y Cristina, seguirán homenajeándola a diario y, en especial, cada 14 de abril.
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