"Por ellos, hasta el final": Nacho Gaitán cruza el Estrecho en 4h 42m por los niños con Duchenne

DUCHENNE PARENT PROYECT ESPAÑA

El gesto de Nacho ha ido más allá de lo deportivo. Su travesía ha unido a decenas de personas en torno a un mensaje de esperanza, empatía y compromiso. Ha recordado que el deporte también puede ser altavoz de causas invisibles. Que las grandes gestas no están en los podios, sino en las brazadas dadas por otros

FOTÓGRAFOS SOLIDARIOS
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Nacho Gaitán lo ha logrado. El nadador ceutí ha cumplido este jueves uno de sus sueños de infancia: cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar. Pero lo ha hecho por algo mucho más grande que él mismo, por una causa que conmueve y sacude: ayudar a los niños que padecen distrofia muscular de Duchenne. Con cada brazada, Nacho ha querido dar visibilidad a esta enfermedad genética que limita gravemente la esperanza y la calidad de vida de quienes la sufren, y recaudar fondos para la organización Duchenne Parent Project España.

A las 7.30 de la mañana se lanzaba al agua desde la Isla de Tarifa, tras haber pasado la noche pendiente de la climatología y con la tensión lógica de quien lleva mucho tiempo preparándose para este momento. Un día espectacular acompañaba a la expedición, que arrancaba con ilusión y con una misión clara: llegar hasta las tres piedras de la playa de Benzú, en Ceuta, y tocar tierra simbólicamente en nombre de todos los afectados por esta enfermedad cruel.

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"Hay que seguir", escribía Nacho en el grupo de WhatsApp a las 6.58 horas, minutos antes de empezar a nadar. Luego, dejó el grupo en manos de su equipo y se entregó al mar, al reto, a la causa. En apenas 45 minutos ya había recorrido 3,4 kilómetros, y una hora después ya acumulaba 4,8 kilómetros. Su equipo no podía ocultar el entusiasmo: “Va de lujo”, decían. “Increíble”.

En una hora y veinticinco minutos ya llevaba cubiertos 6,5 kilómetros. Veinte minutos después alcanzaba los 8. Fue su única parada, y tan solo de 15 segundos. Tiempo suficiente para hidratarse y seguir adelante. Porque esto no iba solo de superar un desafío deportivo; esto iba de demostrar que la fuerza de una causa puede mover el cuerpo más allá de los límites físicos.

La travesía fue narrada casi en directo por sus acompañantes. Las embarcaciones Columba y Duende del Mar lo escoltaban, y desde allí daban cuenta de cada kilómetro recorrido, de cada emoción sentida. Cuando Nacho llevaba dos horas y cuarto en el agua ya había recorrido 10,9 kilómetros. Una hora más tarde, ya sumaba 16.

A las 11.20, es decir, 3 horas y 50 minutos después de haberse lanzado al agua, Nacho ya nadaba cerca de la isla del Perejil. El Estrecho, testigo de tantas gestas, le ofrecía un mar noble y sereno. La naturaleza, a veces caprichosa en esta zona, hoy se alió con la solidaridad.

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Minutos después, a las 11.39, llegaba a Punta Leona. Sólo le quedaban dos kilómetros para su meta. El grupo de apoyo vibraba. Ceuta lo esperaba. A las 12.00 horas, Nacho entraba en aguas ceutíes. Lo que comenzó como un sueño estaba a punto de convertirse en realidad.

A las 12.12, tras cuatro horas y 42 minutos de nado ininterrumpido, Nacho Gaitán tocaba las tres piedras de la playa de Benzú, cumpliendo con precisión su promesa. No pudo pisar la arena por razones logísticas, pero sí tocó tierra con el corazón. La emoción era indescriptible. Lo subieron al barco y lo llevaron al puerto deportivo de Ceuta, donde muchos pudieron darle el abrazo que el mar no pudo contener.

“Desde pequeño soñaba con esto”, había dicho Nacho antes del reto. “Desde que en 2008 David Meca hizo su triple cruce, tuve claro que algún día quería hacer lo mismo. Y hacerlo por una causa como Duchenne, sin quedarme con nada, solo con la experiencia y con la esperanza de ayudar, es lo que me motivó del todo”.

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La distrofia muscular de Duchenne es una enfermedad genética que afecta a uno de cada 5.000 niños, provocando debilidad muscular progresiva y la pérdida de autonomía. Duchenne Parent Project España trabaja para mejorar la vida de los afectados y financiar investigaciones científicas que permitan un día frenar o curar esta dolencia.

El gesto de Nacho ha ido más allá de lo deportivo. Su travesía ha unido a decenas de personas en torno a un mensaje de esperanza, empatía y compromiso. Ha recordado que el deporte también puede ser altavoz de causas invisibles. Que las grandes gestas no están en los podios, sino en las brazadas dadas por otros.

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Ya una vez en el Puerto Deportivo, tras haber logrado su hazaña, Nacho Gaitán era recibido entre aplausos por decenas de ceutíes que se han querido acercar para feclitar a este campeón caballa.

Tras el tremendo recibimiento, atendía a los medios de comunicación. “Han sido los primeros tres kilómetros muy rápidos. Luego ha habido un poco de oleaje, pero a partir del kilómetro seis todo ha sido rodado. Una locura”, ha relatado Gaitán a su llegada a tierra firme, visiblemente emocionado tras culminar el reto. “Yo calculaba cinco horas y pico, casi seis, pero el Estrecho estaba muy bueno hoy y las corrientes nos han empujado hacia Ceuta”, ha explicado.

FOTO RINCÓN
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La jornada arrancó temprano, a las 6.15 de la mañana, con condiciones meteorológicas idóneas. “Cuando llegamos al puerto vimos que era un día ideal. Me dijeron que me preparara porque salíamos a las 7.20 para estar en el agua a las 7.30. Dos o tres pitidos y salimos para acá”, ha recordado.

A su llegada a la playa de Benzú le aguardaba una emotiva sorpresa: decenas de alumnos del colegio en el que hizo sus prácticas como maestro acudieron a recibirlo. “Fue espectacular, una pasada. Una maestra me escribió ayer preguntando si llegaría a esa playa y ahí estaban todos los niños”, ha contado emocionado.

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La noche previa al reto también dejó anécdotas, como su “carga de hidratos” a base de una pizza XXL carbonara en una pizzería de Tarifa. “Mi equipo decía que iba con muchas ganas, y la verdad es que la pizza hizo efecto”, ha bromeado. Sobre la causa que ha motivado su travesía, ha querido enviar un mensaje claro: “Lo he hecho de corazón, y como siempre les digo, hay que seguir”.

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El esfuerzo de Nacho, su emoción, su entrega y su humildad han hecho que este cruce del Estrecho no sea una hazaña más, sino un homenaje. A los niños con Duchenne, a sus familias, y a todos los que cada día luchan por una cura. Hoy, Ceuta ha recibido algo más que a un nadador. Ha recibido a un símbolo de solidaridad.

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