El supermercado de Cáritas, donde se “dignifica” a quienes piden ayuda
AYUDA SOCIAL

Cuando Mari Carmen Rada se hizo voluntaria de Cáritas era “la más joven” del equipo. Cuarenta años más tarde, tras alcanzar los 80, es la más veterana. El pasado miércoles regresó, como cada semana, a las oficinas de la entidad para organizar la atención de los usuarios pertenecientes a su parroquia, la de Los Remedios. Los beneficiarios de los alimentos que reparte la organización eclesiástica acuden al “supermercado” solidario divididos en grupos vinculados a las iglesias. Cada una tiene estipulado un día de la semana para que sus demandantes acudan a procurar los productos de primera necesidad. Deben estar acompañados por la voluntaria de su feligresía, que toma nota de cada persona que va. En el caso de la comunidad cristiana de la calle Real, es Mari Carmen.
“Ya quedamos pocos -voluntarios-. De mi parroquia han ido falleciendo, por eso pedimos ayuda, más voluntarios, porque es una labor muy bonita. Aquí se recibe más de lo que se da, sobre todo a nivel personal. Y se aprende a apreciar muchas cosas”, reflexiona la ceutí, cruz al cuello, sentada en un despacho ubicado junto al economato, con sus manos apoyadas sobre un documento que lleva impresa una tabla con decenas de nombres, los de los usuarios de su parroquia. En total, Cáritas atiende actualmente a 380 familias. El inicio de los planes de empleo ha disminuido el número de unidades familiares asistidas, que en enero ascendían a 425.
Sobre ello informa el director de la organización, Fernando Sotomayor, a quien la llegada de la prensa lo anima a colocarse el chalequillo rojo corporativo del que siempre prescinde. “No me gusta eso. Me gusta estar allí y que la gente me vea como un currante”, comenta el recientemente elegido sustituto de Manuel Gestal. El miércoles que atendió a El Pueblo de Ceuta para mostrar el funcionamiento del economato fue el día que más tiempo pasó sentado en su despacho desde su nombramiento, en agosto. Confiesa que prefiere permanecer fuera de las oficinas, junto a los beneficiarios y a los trabajadores de la entidad.


Sotomayor llegó a Cáritas de la mano de su esposa, que era voluntaria de la parroquia de Santa Teresa. Cuando comenzó no existía el espacio donde aquel día conversó con este periódico, la actual sede, ubicada en la calle Cervantes desde 2018. Por entonces, la falta de infraestructuras forzaba a la entidad a repartir los alimentos en las parroquias. Entregaban bolsas con alimentos, que debían ser no perecederos. Desde la apertura de las instalaciones en la barriada del mixto, son mayores la variedad de productos y la dignificación de las personas usuarias.
El supermercado
Los beneficiarios de Cáritas Diocesana acuden a recoger sus alimentos al economato. También se le conoce como “supermercado”, debido a su disposición, con estanterías enormes llenas de productos de primera necesidad, y a que quienes acuden pueden, libremente, seleccionar y meter en sus carros lo que deseen. La diferencia principal entre el de la organización religiosa y los negocios comerciales se exhibe en los rótulos de las estanterías, donde, en lugar de informar de los precios en euros, usan corazones. Por ejemplo, una lata de garbanzos cocidos cuesta 0,65 corazones; una botella de aceite de girasol de litro, 1,50; una bandeja con cuatro hamburguesas de ternera, 5; o un paquete de 14 compresas, 8,85.

Cada usuario llega al supermercado con sus corazones, que funcionan como un sistema de puntos. La cantidad que recibe cada uno la determinan desde los Servicios Sociales de la Ciudad Autónoma, tras evaluar cada caso, teniendo en cuenta criterios como el número de miembros de la unidad familiar. Las hay hasta de cinco o seis menores a su cargo. “Si vienes con 50 corazones ya sabes que tienes que hacer tus cuentas para que cuando llegues a la caja a pagar el total no supere esos 50”, explica Sotomayor. Para el director, el mayor avance alcanzado con este nuevo sistema es la “dignidad de la persona”.
“No tienen que venir a que les demos lo que creamos conveniente, sino que compran lo que quieren y se van dignamente”, destaca. Los precios de los productos, al cambio entre euros y corazones, son más baratos en el ‘super’ de Cáritas, ya que realizan las compras al por mayor. Detrás de la ayuda alimentaria está no solo el esfuerzo de los voluntarios, entre quienes también se encuentra Sotomayor, cuyo cargo no es retribuido, sino también el trabajo de los seis empleados de la organización.
Una de ellas es Desiré Rodríguez, en la entidad desde hace 15 años. Actualmente coordina los proyectos sociales, se encarga de solicitar las subvenciones, de justificar los gastos y de garantizar que la maquinaria está en funcionamiento. Recientemente contrataron a dos maestras a cargo de impartir clases de apoyo, una de las novedades en las prestaciones de la organización. Atienden a unos 40 niños -20 por turno-, todos hijos de usuarios. La iniciativa, que arrancó hace un año, se financia gracias a la cuota del 0,7% del IRPF de la declaración de la renta que se destina a fines sociales o a la Iglesia católica.


Además de las lecciones, les ofrecen gratuitamente material. También proporcionan medicamentos o sufragan billetes de barco. La mayor parte de la financiación de Cáritas procede de la subvención concedida por la Ciudad Autónoma por un importe de 520.000 euros para paliar las necesidades de aquellas personas en riesgo de exclusión social. Rodríguez resalta la rapidez de respuesta de la organización gracias, en parte, a la red de colaboración entre las diferentes entidades del tercer sector en la Ciudad. Colaboran con Luna Blanca, Cepaim, Cruz Roja o Cruz Blanca. “Si alguien necesita algún apoyo de otra entidad, telefonazo… La suerte que tenemos en Ceuta es que la coordinación y el funcionamiento es inmediato prácticamente”.
El informe de la pobreza
Una de las novedades de las que el recién nombrado director de Cáritas Diocesana en Ceuta presume con orgullo es la inclusión de Ceuta, por vez primera, en el informe sociológico Foessa, que persigue aportar cada año una descripción sobre el desarrollo social en España, la estructura social, la desigualdad y la pobreza, las relaciones sociales y la cooperación internacional. La incorporación de la ciudad es fruto de “años de lucha” por parte de la organización local y del trabajo conjunto con investigadores universitarios.


“Este informe te da todos los números de la pobreza en Ceuta. De ahí bebe la comunidad autónoma, cualquier entidad, universidades… Porque son datos muy fidedignos”, explica. Hasta ahora, pese a la trayectoria del estudio, Ceuta había quedado fuera de las ediciones anteriores. La insistencia del anterior director de Cáritas Ceuta y la colaboración de personas como el sociólogo, actual director de la UNED Ceuta y exconsejero de Cultura de la Ciudad, Carlos Rontomé, han sido claves para que la ciudad figure en el documento de 2025.
El informe será presentado oficialmente en Madrid esta semana, en un encuentro de formación intensiva con responsables de Cáritas de todo el país. Posteriormente, el 2 de diciembre, está prevista su presentación en Ceuta, donde se expondrán los resultados concretos que describen la realidad de la pobreza en la ciudad. “Nos tienen que dar toda la información porque después la tenemos que trasladar aquí. Queremos que quede todo bien clarito”, apunta el director, que adelanta que se distribuirán unos 50 ejemplares impresos entre instituciones y organismos locales.

Aunque los datos no se han hecho públicos todavía, Cáritas confía en que el estudio aporte una visión “clarificante” de la situación en la ciudad. “Desde Ceuta sabemos lo que hay, pero cuando estás en Cáritas te das cuenta de la magnitud del problema. Aquí atendemos a personas que en algún momento fueron amigos, conocidos… y ahora necesitan ayuda. Cualquiera podemos pasar por aquí, porque la vida a veces da golpes muy duros”, reflexiona.
El voluntariado
Como advertía Mari Carmen Rada, el director reconoce que “faltan voluntarios”. “Estamos muy flojitos, pensamos hacer una campaña de captación”, asegura Sotomayor. En los últimos fines de semana han leído un llamamiento al voluntariado en las misas de todas las parroquias, y asegura el responsable de la entidad que ha sido efectivo, ya que se han apuntado varios nuevos. También tienen previsto organizar retiros, para motivar a los jóvenes y demás perfiles a sumarse a su equipo. La labor de los voluntarios, resume Fernando Sotomayor, es de “acompañamiento”. “Para cargar y descargar tenemos nuestro personal. Ellos no, solo tienen que ayudar al usuario si tiene algún problema o si quiere charlar. Con una hora al día o dos va bien, depende de lo que pueda cada uno”.


Mari Carmen entró como voluntaria cuando el padre Pedro Gordillo acababa de entrar como párroco en Los Remedios. Su primera aportación fue la de estar a cargo del ropero, con el que Cáritas dota de ropa a sus usuarios. Allí, preparaba la ropa, la lavaba, la planchaba e, incluso, la tiraba a la basura en cuanto observaba que no se encontraba en buenas condiciones. “Son seres humanos, no muñecos. Lo que no queremos para nosotros no lo queremos para los demás”, apunta. Lamenta la dificultad que supone captar voluntarios jóvenes, a quienes anima a aportar la ayuda que deseen. Y no solo por motivos altruistas, sino egoístas, ya que, para la ceutí, ellos reciben más de lo que dan:
“Si quieren crecer, que colaboren. Se crece a todos los niveles: a nivel moral, espiritual, humano… Y hace mucha falta porque, al tener pocos voluntarios no podemos tocar todas las ramas. En las parroquias hay grupos que se dedican a visitar enfermos en los hospitales, pero sé que han disminuido mucho porque falta gente joven. Falta sabia nueva”.
Sigue el canal de El Pueblo de Ceuta en WhatsApp. Pincha aquí, dale a SEGUIR y encontrarás toda la actualidad informativa de la jornada ceutí