¿Y si se elimina de una vez el comercio atípico?

El tráfico de mercancías entre los polígonos del Tarajal y Marruecos está completamente desbordado y todo a pesar de que el Tarajal II estaba llamado a mejorar el paso de porteadores, que hasta su apertura se producía por el Biutz. Ya se dijo que no iba a ser la panacea, pero en lugar de paliar el problema parece haberlo multiplicado poniendo en evidencia que este comercio atípico no es sostenible en el tiempo. Con la llegada de miles de porteadores llamados por este nuevo paso y el caos que eso ha producido en la frontera, parece que ha llegado el momento idóneo de poner en una balanza los beneficios que el porteo conlleva para Ceuta y los perjuicios que le está acarreando a la ciudad. Eso sin perder de vista que la decisión de mantener este comercio transfronterizo no es unilateral, algo que algunos parecen olvidar.

Y es que uno de los principales problemas es que Marruecos no reconoce como frontera comercial el paso de Ceuta. Así que lo que en otro lugar transportarían los camiones, aquí lo cargan miles de porteadores que se desloman cada día ejerciendo el contrabando tolerado por los marroquíes a través del paso antes de El Biutz y ahora del Tarajal II. Incluso dejando de ingresar los aranceles que obtendría si esa mercancía entrara por el moderno puerto de Tánger.

De esta forma, el tránsito de bultos ha consolidado una economía sui generis a ambos lados de la frontera, sostenida sobre el eslabón más frágil de la cadena: mujeres que reciben porrazos y pagan sobornos para cargar de un lado al otro bultos que, en ocaciones, han rondado su propio peso.

En este sentido, Marruecos y España deben ir de la mano en todas las decisiones que afecten de alguna manera al comercio del porteo, pero lo que está claro es que ha llegado el momento de marcar un punto de inflexión. Ceuta no puede seguir soportando la llegada de miles de porteadores y la frontera no está preparada para absorber este tráfico. Una situación que hay que conjugar con el hecho de que Marruecos tiene a miles de familias que viven de esta actividad. Los intereses de ambos países han de ponerse en consonancia y no es fácil, con una frontera de por medio en la que la presión migratoria es además importante, pero el comercio del porteo se ha convertido en una patata caliente a punto de explotar que, de momento, está quemando las manos de quien la sostiene a este lado de la frontera. El paso del Tarajal II no es la solución, si no el agravante de un problema que ya viene de largo y que es momento de ponerse a solucionar e ir pensando en serio en la posilibidad de eliminar este comercio atípico. Sin demoras, porque cada día que pasa el perjuicio será mayor.

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