Respuestas reales y convencidas
La ciudad vivió una manifestación como se han visto pocas, por no decir ninguna, en los últimos años. Centenares de ceutíes salieron a reclamar más seguridad en las calles y a decir ¡Basta ya! Se trata de familias, personas mayores, jóvenes... que no se sienten seguros. Una situación ante la que se ha de dar respuesta porque mirar para otro lado nunca puede ser una opción cuando se pone en juego la seguridad de las personas, o la sensación de seguridad, que no deja de ser incluso más importante. Y es que, una persona que no se siente segura, es una persona que tiene miedo, y el miedo le hace ser recelosa, ver fantasmas donde no los hay, y convertirse en una auténtica bomba de relojería que puede explotar en todo momento. Esa situación, multiplicada, se convierte en un problema que no está por venir, si no que existe y que se ha de abordar. Eso está claro, pero también hay que tener claro que las administraciones se deben a tiempos que es necesario respetar para no caer en la (también temida) corrupción. Por arte de birlibirloque no se pueden poner a nuevos agentes de Policía a trabajar en las calles. Si se hiciera, sin duda alguna, los ciudadanos se echarían a la yugular del responsable. Ahora bien, tampoco se puede acomodar la administración en procesos eternos para atender sin atender las reivindicaciones de una sociedad que tiene una preocupación real sobre la inseguridad en la ciudad. Hay que dar respuestas, reales y convencidas, a las demandas de los ciudadanos cuando estas se encuentran fundamentadas. Si no se está de acuerdo con ellas, también dignifica a los responsables políticos decirlo. Mientras, si se da respuesta, parte de esta respuesta, también debe pasar por el control de los menores. La administración ya ha anunciado un protocolo sobre el que aún no se han dado muchos detalles y que parece un poco difuso más allá de que habrá más agentes durante cinco horas al día en distintas zonas de la ciudad. Pero este mismo fin de semana un reportaje en ‘El Mundo’ habla de menores extranjeros drogados y objeto de abusos sexuales a los que los agentes ven sin ver para dejarlos en el mismo lugar. Una situación rocambolesca que, de ser real, debe llevar, cuanto menos a reflexionar sobre lo que está pasando en la ciudad para tomar medidas urgentes y contundentes con una realidad que debe cambiar.