La pandemia no impide al Descendimiento vivir la madrugá con recogimiento y devoción
MADRUGÁ
Durante toda la jornada la Hermandad mantuvo las puertas del Oratorio de la Santa Cruz abiertas para Veneración del Cristo del Buen Fin y María Santísima de la Concepción
La Primitiva Hermandad de los Nazarenos del Sagrado Descendimiento, Santa Cruz en Jerusalén, Santísimo Cristo del Buen Fin en su Traslado al Sepulcro y María Santísima de la Concepción, abría este Jueves Santo las puertas de su Oratorio de la Santa Cruz poco antes de las 11.30 horas para recibir la visita de los hermanos y fieles devotos de la Cofradía.
Este año, la Hermandad del Silencio, la que procesiona por las calles de Ceuta durante la ‘Madrugá’, se ha visto obligada, debido a la pandemia y a la suspensión de las salidas procesionales, a dejar el silencio y la ‘Madrugá’ para invitar a sus hermanos a vivir de otra manera esta Semana Santa y de sentir el recogimiento que desprenden sus Titulares venerándolas y participando activamente de su acto penitencial.
Durante prácticamente toda la jornada, el impresionante grupo escultórico de esta Hermandad pudo ser visitado por un nutrido grupo de ceutíes que se fueron dando cita, no sólo para depositar ramos de flores a los pies de los Titulares, sino para tener un momento de oración.
El ir y venir de fieles fue incesante, y ya por la tarde, en el Oratorio de la Santa Cruz, la junta de gobierno de la Hermandad oficiaba su Acto Penitencial, el cual fue grabado, para posteriormente, a las 00.05 horas de hoy Viernes Santo emitirlo por Facebook, para que así todos los hermanos de la Hermandad pudieran vivir ese momento previo a la salida penitencial. Así el director espiritual ofició un acto piadoso que seguidamente dio paso al fervorín del hermano mayor de la Hermandad, Carlos Torrado, para concluir el mismo con el ejercicio de las Cinco Llagas.
Durante el fervorín, el hermano mayor de la Hermandad, se dirigió a los hermanos para decirles:
Fervorín del hermano mayor
Hermanos del Descendimiento, un año más la Hermandad os convoca a vivir la madrugada de Viernes Santo bajo el espíritu penitencial del Silencio.
Durante este año, ese espíritu ha permanecido aquietado entre las paredes del Oratorio, sabiendo que no sería posible todavía recorrer nuestras calles para ir a hacer Estación Mayor a la Santa Iglesia Catedral.
Hermanas y hermanos del Silencio, son momentos difíciles para todos, incluso para nuestra Fe, por eso tenemos que estar más alerta que nunca ante el olvido y más dispuestos que habitualmente ante la pereza. No debemos desfallecer ante las dificultades, ni dejarnos seducir por la falta de compromiso y entrega. Antes bien, debemos tener presente que somos valedores de una Fe milenaria ante la adversidad y el infortunio, llenos siempre de ánimo y deseo por mejorar el futuro de todos.
En esta madrugada y una vez más desde el Oratorio de la Santa Cruz, como Hermano Mayor tengo la misión de acercaros al Señor del Buen Fin y a María Santísima de la Concepción. Del Señor habremos de recibir la fuerza de la Fe para seguir proclamando su buena nueva y de María, su Madre, la esperanza de vida.
madrugada de Viernes Santo, más que nunca, sigue siendo propicia a la meditación de la fragilidad de nuestro cuerpo y las incertidumbres del tiempo que vivimos. Hoy, debemos acordarnos de los familiares y amigos que nos han dejado y de aquellos que lo están pasando mal de salud o económicamente, elevando nuestras oraciones al tiempo que nuestro compromiso de responder a la solidaridad que se nos pide y sabed que -como dice el Papa Francisco- “nadie se salva solo”, bien cierto es, ni espiritual ni socialmente.
Desde aquí os invito, como nos decía en su homilía del Domingo de Ramos, a volver a comenzar desde el asombro, mirando al Santísimo Cristo del Buen Fin diciéndole: “Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!”
Recordad que estamos en un tiempo prestado que se nos escapa de las manos y del que deberemos dar cuenta en su día.
Hermanos del Silencio, con el mismo recogimiento, serenidad y reflexión de la salida penitencial y con la visión espiritual puesta en la Santa Cruz que nos guía, os deseo a todos lo mejor desde esta larga madrugada.
¡Que el Santísimo Cristo del Buen Fin y María Santísima de la Concepción nos protejan y guarden siempre!.