Cosas de Ceuta: Pérdida de Gibraltar
En 1700 fallece el rey Carlos II (El Hechizado), dando fin al reinado de la casa de los Austrias. La muerte del monarca se produce sin dejar descendencia, lo que origina la Guerra de Sucesión

José María Fortes Castillo
Carlos II hijo de Felipe IV y Mariana de Austria (tío y sobrina), es un desgraciado rey, último linaje de los Austrias, un pobre enfermo desde su nacimiento hasta su muerte a los 39 años. Su enfermedad conocida como síndrome de klinefelter, se origina por la endogamia practicada por sus ascendientes. Las múltiples y aberrantes mezclas consanguíneas que sus antecesores llevaron a cabo durante seis generaciones, dando fin a casi dos siglos de gobierno. Costumbre muy arraigada a las casas reales europeas, con el fin de conservar el poder. La endogamia hizo desaparecer grandes dinastías como los Austrias y Habsgurgo.
A la corona española le surgen dos aspirantes: Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV rey de Francia) y Carlos de Habsburgo (hijo del emperador Leopoldo I de Austria).
Subió al trono el candidato francés Felipe de Anjou con el nombre de Felipe V. De esta manera Luis XIV consigue su gran objetivo: colocar en el trono de España a un Borbón, dando fin al reinado de los Austrias. Poco después de acceder al trono Felipe V, el 12 de septiembre de 1703, el emperador Leopoldo I de Austria, proclama a su hijo el archiduque Carlos, como rey, con el nombre de “Carlos III de España”. El conflicto ya está servido, para no perder la costumbre, de nuevo estamos inmersos en una guerra civil: la Guerra de la Sucesión.
La guerra se extendió a lo largo de doce años. Por un lado, aragoneses y catalanes apoyando a Carlos de Habsburgo, mientras que el resto de España apoya a Felipe. Por otro lado, el conflicto también enfrenta a Francia y Austria, pero por entonces los austriacos tenían un tratado de coalición con Inglaterra, país que sabe aprovechar como nadie, cualquier conflicto que husmeara fuera de sus fronteras y viniera bien a sus intereses. Si algo nos han enseñado los hijos de la Gran Bretaña, es que, en el mundo de las intrigas, maquinaciones, conspiraciones, artimañas, mentiras y enredos, han sido siempre los grandes maestros y los que mejor se han movido en tan desagradable hábitat.
El nombramiento de Felipe V, conlleva la alianza de España y Francia, pacto que no es bien visto por Inglaterra, que no tarda en reaccionar y en la Gran Alianza de la Haya, une como partícipe de sus intereses a las Provincias Unidas de los Países Bajos, Austria y el Sacro Imperio Romano Germánico, contando además con el inestimable apoyo de su eterna “vasalla”, Portugal (incapaz de olvidar la pérdida de Ceuta y ansiosa de recuperarla a la menor oportunidad), que ofrece sus puertos como base de operaciones.
Los aliados son conscientes de la necesidad de poseer un puerto en torno al Estrecho, donde poderse abastecer y reparar los posibles daños en los barcos. Su primer objetivo es Cádiz, y a su hermosa bahía, llegan con su gran flota el 23 de agosto de 1702.
En las playas de Rota, desembarcan un ejército de 14.000 soldados. A pesar de las pocas defensas con las que contaba Cádiz, aquel intento de conquista, fue rechazado.
La flota británica la componían 30 navíos, 6 fragatas, 5 bombardas y 9 brulotes con 2.570 cañones y 16.400 hombres de tripulación.
Además, los holandeses aportaban 20 navíos, 3 fragatas, 3 bombardas y 3 brulotes con 180 cañones y una dotación de 10.850 hombres.
Al final fueron rechazados y tuvieron que retirarse.
La flota anglo-holandesa reforzada con 8 navíos portugueses, se presentan en Gibraltar, un 3 de agosto de 1.704 al mando del almirante Rooke y, el Príncipe de Hesse Darmstadt como jefe de expedición. Los aliados anglo-holandeses instan a su rendición en nombre del Archiduque Carlos. Entendámonos; ingleses. Holandeses y portugueses (*), forman parte del ejército de uno de los aspirantes al Trono de España.
La plaza decide resistir, es fiel a Felipe V de Borbón. La flota bombardea al peñón durante cinco horas, unos tres mil seiscientos obuses impactan en la ciudad, hasta que esta se rinde.
Gibraltar no estaba armada debidamente, sus defensas son exiguas: 80 soldados, un centenar de milicianos sin instrucción y 120 cañones de los que un tercio eran inservibles, todo ello al mando del sargento mayor Diego de Salinas. Salinas no se rinde a los ingleses, sino a Carlos III de Austria, rey de España.
Esta pérdida afecta a Ceuta, dado que entre ambas plazas españolas existía un gran vínculo, como quedó demostrado con el refuerzo enviado por el Gobernador del Peñón a Ceuta de los Tercios de la Armada tras el fallido intento del enemigo el 30 de julio de 1695. CONTINUARÁ
(*) No llego a entender por qué la mayoría de las crónicas, se empecinan en excluir a Portugal del asedio y posterior conquista de Gibraltar, cuando la flota, se organizó en Lisboa y este país contribuye con ocho barcos, más los puertos del Algarve y Lisboa, como refugio.