¿Dónde está el gobierno de España?

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Es posible que para la Ministra de Asuntos Exteriores o el propio presidente del Gobierno la crisis de Ceuta ya haya pasado. Parece que algunos de los objetivos que el gobierno español se había fijado se han conseguido, como que el Parlamento Europeo haya formulado una reprimenda al Reino de Marruecos por usar niños con fines políticos y que con más o menos entusiasmo los países más importantes de la Unión Europea hayan apoyado la posición española. Parece que ahora la Ministra de Exteriores española pretende zanjar la fuerte desavenencia con Marruecos con una especie de juego de cambio de cromos, consistente en que estamos dispuestos de hablar del Sahara, pero siempre en el ámbito de Naciones Unidas, algo así como explicitar una sumisión a las pretensiones marroquíes tutelada por una organización tan ineficiente como fue en su día la Sociedad de Naciones.

En fin, que todo apunta a que las consecuencias directas que Ceuta sufre desde el día de la llamada del Gobierno marroquí a sus niños soldados para empujarlos a un laberinto sin salida, van para largo. Pedro Sánchez, ocupado ahora en los insultos, perdón, queríamos decir los indultos, considera un asunto ya del pasado lo que para los ceutíes sigue siendo un presente infame: la constatación de la permanencia del abuso inmoral de un país que cree que contra Ceuta puede hacer lo que quiera.

Pero vista la solvencia, perdón, quería decir la insolvencia, con la que el gobierno español está tratando el asunto, la desesperanza y cierta rabia cada vez más difíciles de contener se están instalando en la conciencia de la sociedad ceutí, que día tras día y noche tras noche, tiene que observar atónita como sus espacios públicos siguen invadidos por inmigrantes marroquíes, probablemente menores de edad en su mayoría, a los que el mundo ignora por muchas resoluciones que en altas instituciones europeas se hagan, España mira con desinterés, Marruecos desprecia y sus propias familias aborrecen. Y parece que todos ellos, Europa, España, Marruecos y sus familias han decidido que lo mejor para todos es que se queden en Ceuta y que sea Ceuta la que pegue las consecuencias de un tirano, de una Europa ineficiente, de una España sin gobierno y de unas familias a las que Dios, quien sea, les perdone.

Pero, ¿por qué siempre habrá un pero?, el problema es que los ceutíes ni están ni van a estar dispuestos a tragar con toda esta mascarada y como siempre, más pronto que tarde, habrá elecciones y como siempre, sabremos elegir, sin ninguna duda entre los que de verdad quieren a Ceuta o las que sólo la utilizan para sus intereses particulares.

Para un gobierno así no hacían falta tantos indultos, porque exonerar de responsabilidades a los políticos de Cataluña o a los políticos de Marruecos como gesto de gran valor, es posible que en algún sitio lo entiendan, pero en Ceuta no.

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