Vuelve la oruga procesionaria: Cuidado con los niños y los perros
MEDIO AMBIENTE
Los dueños de mascotas, especialmente perros, deben aumentar las precauciones sobre sus animales para evitar que puedan comerse estas orugas, ya que su ingesta podría terminar con un fatal desenlace.
La presencia de oruga procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) se adelanta un año más de forma sistemática debido a las temperaturas "primaverales" de los últimos inviernos y la escasez de lluvias. Tanto es así que algunos vecinos de en Parques de Ceuta han alertado de la presencia de un gran número de esta peligrosa y urticante oruga procesionaria, en zonas de la barriada.
En el ciclo natural de la procesionaria, que pasa la mayor parte de su vida en forma de larva, esta solía salir del bolsón de la copa del pino llegada la primavera, pero ahora, este descenso del árbol hacia la tierra por la que se desliza hasta encontrar el lugar idóneo para enterrarse y donde más tarde se convierte en polilla, se está adelantando cada vez más.
No solo las temperaturas son más favorables, sino que el cambio climático ha ampliado también la ventana temporal en la que los insectos cuentan con un entorno favorable para su desarrollo, lo que explica la aparición de plagas en momentos que no corresponden a su ciclo biológico.
La oruga procesionaria, recuerda, está ampliamente extendida por toda España y puede llegar a acarrear un importante impacto sanitario, económico y medioambiental, añade.
Riesgo para las personas y mascotas
Esta especie de lepidóptero amenaza el medioambiente por su devastadora capacidad para destruir los árboles donde anida y en los que provoca la defoliación, y supone un peligro para los seres humanos, pudiendo generar fuertes reacciones (dermatitis, lesiones oculares, urticarias y reacciones alérgicas...).
Solo con tocar estas orugas se pueden desarrollar diversos síntomas: dermatitis, lesiones oculares, urticarias, reacciones alérgicas... "Ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas, ya que cuando estas se sienten amenazadas lanzan sus pelos al aire, lo que genera irritaciones y alergias, especialmente si estos alcanzan, por ejemplo, los ojos", indica el director general de ANECPLA. Esto se debe a la liberación de histamina, que produce dichas reacciones.
Estos pelos se llaman "tricomas" y cada procesionaria tiene cerca de medio millón, que utilizan como una especie de dardos envenenados para defenderse en caso de peligro. En el caso de las mascotas es especialmente grave, ya que puede llegar "incluso a ocasionarles la muerte", explica Galván. Al entrar en contacto con ellas, los perros pueden sufrir inflamación del hocico y cabeza, fuertes picores y abundante salivación. En caso de comérselas, el tóxico ingerido puede conllevar necrosis de lengua y garganta y, con ello, la muerte.
Por ello, los expertos insisten en la importancia de cuidar de estas orugas ya que "las procesionarias pueden encontrarse en sitios por los que paseamos de forma frecuente".