El recuerdo de Ángel Castellanos Juárez sigue vivo en la memoria de su hija

DOCUMENTOS HISTÓRICOS

Conocido en Ceuta como ‘El Castellano’, este Toledano pasó su vida en la ciudad autónoma desde que llegó en 1919. Ángeles continúa guardando en perfecto estado todos los documentos y medallas que él recibió durante su carrera militar

REPRODUCCIÓN
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Ángeles Castellanos Vázquez tiene más de ochenta años, pero su memoria se conserva como si tuviera veinte. Apenas le falla cuando se pone a recordar las historias y anécdotas que le contaba su padre, Ángel Castellanos Juárez, al que conocían en Ceuta como ‘El Castellano’. Solo la emoción que le embarga de vez en cuando por ser escuchada enturbia ligeramente su relato.

Su padre nació en Lillo, provincia de Toledo, en 1896 y llegó a Ceuta para el servicio militar que entonces era obligatorio por tres años, en 1919. Ángeles recuerda como él le contaba que su madre y su padre (los abuelos de Ángeles) lloraban cuando supieron que su hijo había sido destinado tan lejos. “Ha caído en África, que se decía entonces”, rememora. En aquella época “eran cuatro gatos y el cuartel de la Guardia Civil estaba en San Amaro, no en Hadú, como ahora”.

Así es como este toledano llegó a la ciudad autónoma que vio crecer a Ángeles hasta que se mudó a Málaga. Todavía, a pesar de los achaques de la edad, sigue cogiendo el barco para cruzar el Estrecho y volver a su amada y querida Ceuta en las fechas señaladas.

FOTO: REDUAN
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Todas las fotos, papeles, carnés y medallas que su padre fue recibiendo a lo largo de su carrera militar, todo lo ha guardado Ángeles. No por el valor que en algún momento pudieran alcanzar los documentos por su antigüedad. Solo por el hecho de que pertenecían a su padre y son parte de su infancia.

Su padre era aficionado a la fotografía, un gusto que Ángeles heredó y que demuestra el cariño con el que guarda cada una de las fotografías que tiene desde principios del siglo XX, principalmente, hasta alguna de la década de los setenta. Y no solo las de su padre de joven y en distintos servicios, también las que sus amigos y vecinos se hicieron en el estudio de fotografía Ros cuando ella era joven. Incluso una foto de su madre echada en un diván con ropas de la época que se sacó para que su padre se la pudiera llevar consigo cuando fue destinado en Marruecos durante diez años.

Ángeles sigue tirando del hilo y los recuerdos se entremezclan en su memoria. La cronología la marca la fuerza con la que vivió cada momento, a más intenso el recuerdo, antes lo verbaliza. Conserje y guardador, aficionado a la fotografía, Marruecos, querido en Ceuta, servicio secreto, aquella corrida de toros....

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Saca otra foto más de la pequeña caja que lleva con ella. Dos guardias civiles (uno de ellos su padre), varios escoltas de paisanos y un agente de la ‘Guardia Mora’. La unidad militar de élite de origen marroquí que ejerció las funciones de guardia personal del dictador Francisco Franco durante la Guerra Civil y los primeros años del régimen. Todos hombres en unas escaleras con lo que se aprecia que es una plaza de toros detrás de ellos. “Fue una corrida de toros en Bilbao a la que fue Franco, mi padre era uno de los escoltas”, cuenta.

“Eran otros tiempos”, vuelve a repetir Ángeles consciente de los cuarenta años de dictadura que vivió este país. La ceutí se limita a compartir unos documentos que todavía guarda y sabe valiosos por su contenido histórico, pero sobre todo por el emocional.

Todas esas fotos, documentos y carnés que a muchos pueden parecer basura, para ella son lo que le queda de su padre, pero más que nada de los años de su infancia que vivió en Ceuta donde todavía conserva muchos amigos y familia. La mayor parte del tiempo, Ángel Castellanos fue conserje y guardador militar de la Comandancia de la Guardia Civil en Ceuta. Aunque también formó parte del servicio secreto, según cuenta Ángeles, incluso hizo de lo que hoy en día sería profesor de gimnasia en el colegio de los Agustinos.

Entre todos lo papeles, carnés y fotos que conserva intactos como si se hubiesen imprimido ayer y no el siglo pasado, destacan tres condecoraciones que recibió su padre: la Medalla del Homenaje en Madrid en 1925, la Medalla de la Paz de Marruecos en 1927 y la Medalla de Bronce en la orden Mehdauia que recibió en Tetúan en 1937.

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La primera de ellas, la Medalla del Homenaje, fue conmemorativa del homenaje a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia por parte de los ayuntamientos de España que se organizó en Madrid entre los días 22 y 24 de enero de 1925, coincidiendo con la onomástica del rey en plena dictadura de Primo de Rivera. Esta medalla es interesante por el destino que se decidió dar a lo recaudado: la compra del llamado ‘Archivo de Colón’, lo que hoy sería el Archivo General de Indias.

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La Medalla de la Paz de Marruecos se creó por Real Decreto de 21 de noviembre de 1927 para conmemorar la feliz terminación de la acción militar en aquel Protectorado que duró casi veinte años y en la que se malgastó mucho dinero y se derramaron miles de vidas. Según concreta Ángeles, su padre participó en aquella contienda de 1927 a 1937 aproximadamente.

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Pero, entre todas destaca, sobre todo, la Medalla de Bronce en la orden Mehdauia que recibió en Tetúan en 1937 por sus años de servicio en el Protectorado Español de Marruecos. Al parecer, se trataría de una condecoración bastante extraña, en aquella época también, más entre el personal de tropa, que se concedía según Decreto visiral del 18 de agosto de 1926, para premiar servicios de civiles y militares subalternos, tanto europeos como indígenas. A los condecorados con esta medalla se les ofrecía, si así lo deseaban, entrar en la Guardia Civil, en la Policía Armada o incluso en la Guardia del dictador. La orden desapareció con la independencia de Marruecos de 1956.

FOTO: REDUAN
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