EDITORIAL
Día histórico en Ceuta
La ministra Irene Montero quería apuntarse un tanto con la ley del sólo sí es sí y la publicó sin someterse a la opinión de personas competentes y autorizadas. El resultado ha sido una ruina. Los tribunales ya han acordado 1.127 reducciones de pena y 115 excarcelaciones en aplicación de la ley ‘del sólo sí es sí’.
Lamentablemente, la entrada en vigor de dicha ley ha produciendo efectos indeseados y una grave alarma social a raíz de la revisión de algunas condenas por delitos contra la libertad sexual por indeclinables exigencias de principios constitucionales, como la aplicación retroactiva de la ley más favorable al reo.
Tras la importante polémica suscitada, el pasado mes de abril, el Senado dio el aval parlamentario definitivo a la reforma de la ley del ‘solo sí es sí’. Con el PSOE apoyándose en el PP para enmendar una de las normas estrella de la legislatura de su socio de Gobierno, la definición de los delitos sexuales es cambiada por segunda vez en apenas unos meses, poco más de 200 días, para intentar hacer frente a las revisiones a la baja de condenas de violadores que firman diariamente tribunales de todo el país.
Era, pues, necesario y es positivo que el Gobierno haya admitido finalmente que cometió un error al no incluir una disposición transitoria para evitar una rebaja de las penas a los agresores ya condenados en aplicación del principio de retroactividad favorable al reo. Admitir los efectos indeseados y no actuar —aunque sea para un futuro— solo podía interpretarse como una cerrazón inexplicable con una norma tan delicada.
La contrarreforma de la norma bautizada como del solo sí es sí atajará a partir de ahora condenas más reducidas para aquellos agresores sexuales que delincan. No obstante, las ya dictadas y pendientes de revisión, aquellas con juicio señalado o las que hayan arrancado su instrucción mientras permaneció vigente, seguirán decidiéndose en función del rango de penas que ahora se retocan, si se consideran más beneficiosas para el reo.
Lo que no sabemos, y nos tememos que será difícil de saber, es cuántos de esos violadores y maltratadores que andan de nuevo por las calles van a acabar atentando contra otras mujeres a las que nunca hubieran llegado de seguir en la cárcel.
Y mientras los ciudadanos, en especial las víctimas, siguen esperando las disculpas.
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