La casa de Emilio se convirtió en un parque biosaludable
El conocido ceutí que, por diferentes problemas, acabó viviendo en la Plaza de África, fue reconocido por sus vecinos de San Amaro, que pusieron una placa en su honor en su antigua vivienda en la que reza ‘El Rincón de Emilio’, una zona donde la gente hace deporte
Por las calles de San Amaro y, concretamente, tomando unas cervezas en el conocido Bar Benito, los vecinos lo recuerdan con cariño. Nombrarlo ya les evoca una sonrisa. Este es el barrio de Emilio, el conocido ceutí al que los problemas de adicciones y mentales acabaron sobrepasando. “Era muy inteligente, podía haber sido lo que hubiera querido”, afirma Manuel desde una mesa alta del restaurante. Su caída en picado desembocó en un día a día viendo la vida pasar en la Plaza de África, donde todo el que lo conocía lo saludaba, le dedicaba unos minutos e incluso lo ayudaba proporcionándole comida. Finalmente la Ciudad, a través de un convenio con el Hospital Psiquiátrico San Francisco de Asís, en Málaga, lo internó gracias a las plazas reservadas para casos de extrema vulnerabilidad. Su barriada le rindió un homenaje.
Un parque biosaludable. Un lugar donde la gente adulta mejora su salud a través del deporte. En eso se ha convertido la vivienda en la que Emilio se llevó décadas viviendo con su madre, Pilar, una funcionaria que trabajaba en el Hospital Militar y a la que también “aprecian mucho” en San Amaro, según algunos residentes como Cueto y Gabi, dos exlegionarios jubilados que viven cerca del Benito. Antes, allá por los años 80, cuenta Manuel Díaz, presidente de la asociación de vecinos, Emilio estaba casado y tenía dos hijos. Sus problemas mentales diagnosticados, unido a los malos hábitos, propició que dejara el trabajo y que también se separara.
En el parque biosaludable, que luce nuevo y cuidado, colocaron los vecinos en agosto de 2022 una placa que reza: “El Rincón de Emilio. Desde la Asociación de Vecinos de San Amaro, en recuerdo a los vecinos que durante años vivieron en este lugar, compartiendo su vida. En homenaje y agradecimiento”.
Esta iniciativa la pusieron en marcha desde la propia asociación que lidera Díaz. “Es un gesto bonito que queríamos tener con los residentes que ya se fueron. Emilio era muy conocido y querido en el barrio”, comentó hace unas semanas Díaz a este diario. San Amaro tiene una peculiaridad. El 90% de las casas pertenecen al Ministerio del Interior. Por ello, cuando las familias se van o las personas fallecen y se queda la vivienda sola, las autoridades militares la derriban para evitar ‘okupación’. Es ahí cuando Díaz comienza un proceso para que les cedan dicho terreno a la Ciudad y así poder edificar parques, sitios de descanso o huertos comunitarios. Así fue como se ideó este lugar saludable en honor a Emilio.
Manuel bebe una cerveza en el Benito y sonríe al ser preguntado por Emilio. “Era simpático y muy querido en la ciudad. Ya los últimos años era un poco más complicado, pero siempre ha sido un tío dicharachero que se ha llevado bien con la gente. Pasaba mucho por aquí con su deportivo rojo, en su día le iba bien”, comenta. Gabi, que se une a la conversación, recuerda cómo jugaba con los niños o sacaba a pasear a Pilar, su madre, cuando ya estaba delicada de salud. “Hubo un tiempo que estaba algo peor y yo le llevaba a su casa cuencos grandes de puchero que me agradecía mucho”, afirma.
Según cuentan los residentes, el padre de Emilio murió joven en un accidente de tráfico. Al fallecer su madre, que lo intentaba ayudar y llevar por buen camino, fue cuando el ceutí cayó en picado. A pesar de que en San Amaro los vecinos lo tenían “algo controlado”, finalmente fue trasladado a un pabellón en Otero. “Estos últimos años, el desmejoramiento físico, palpante, y sus continuas adiciones, sumado a la falta de tratamiento, derivaron en una situación insostenible”, cuentan desde la asociación. Todo terminó con Emilio viviendo en la calle. “Es un enfermo al que desgraciadamente su enfermedad venció”, matizan. Cueto destaca sus momentos lúcidos. “Últimamente no eran muchos, pero era un tío muy capaz. Una pena”.
En San Amaro el conocido ceutí Emilio ya tiene su homenaje. Un lugar dedicado a mejorar la salud de las personas mayores. Todos los vecinos con los que habló este medio esperan que su tiempo en la clínica malagueña le sirva para salir del pozo en el que cayó hace décadas. Mientras tanto, prefieren recordarlo jugando con los niños del barrio y paseando con su deportivo rojo en sus momentos más lúcidos.