Marruecos y las aduanas de Ceuta y Melilla
Casi un año después de que se anunciara con bombos y platillos la apertura de las aduanas comerciales en Ceuta y Melilla, la realidad es que Marruecos sigue poniendo trabas, dejando claro que sus compromisos son más una estrategia de dilación que una voluntad genuina de colaborar. Esta situación, que debería ser motivo de cooperación y entendimiento entre dos naciones vecinas, se ha convertido en un claro ejemplo de ninguneo hacia el gobierno español por parte de Marruecos.
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, ha afirmado este jueves que “todo está listo” para la reapertura de la aduana de Melilla y la inauguración de una nueva en Ceuta, como se acordó en abril de 2022. Sin embargo, las declaraciones de su homólogo marroquí, Naser Burita, dejan entrever una realidad muy diferente.
Burita sostiene que Rabat cumplirá con el compromiso, pero argumenta que aún existen “cuestiones técnicas que resolver”. Este recurrente argumento técnico, después de tanto tiempo, parece más una cortina de humo que una razón válida. ¿Cuánto tiempo se necesita para resolver asuntos técnicos cuando ambas partes, según Albares, están listas para empezar a operar?
Las relaciones bilaterales, según las declaraciones oficiales, están en su “mejor momento”. Sin embargo, las acciones de Marruecos contradicen estas palabras amistosas. La reticencia a cumplir con lo pactado en la reunión de alto nivel celebrada en Rabat plantea serias dudas sobre la sinceridad de Marruecos en sus compromisos internacionales.
Es evidente que España está cediendo más de lo que debería en esta relación. El hecho de que el gobierno español afirme que las relaciones bilaterales son “intensas y fructíferas” no puede esconder el hecho de que Marruecos continúa incumpliendo sus promesas. ¿Cómo se puede hablar de fructíferas relaciones cuando una de las partes no cumple con lo acordado?
La falta de avances concretos en la apertura de las aduanas, a pesar de las afirmaciones de ambas partes, demuestra que Marruecos sigue dictando los términos de esta relación. Mientras España insiste en que “todo está listo”, Marruecos se escuda en cuestiones técnicas, prolongando la incertidumbre y desafiando la paciencia española.