Los masones de Ceuta son 26 “librepensadores” que buscan “crecer como personas”
MASONERÍA
Contrariando la creencia popular extendida durante el franquismo, se dedican a debatir sobre temas de índole social, política o moral con "espíritu crítico" y huyendo de "los dogmas, los fanatismos o la opresión"
Cuenta la leyenda que el caudillo de España quiso una vez ser masón, y que, al no conseguirlo, se dedicó a darles persecución. “Claro, es que una dictadura no casa con el libre pensamiento de la masonería”, explica Astrid Weitz, presidenta de la logia masónica de Ceuta. Un total de 27 de sus hermanos fueron fusilados por el régimen de Francisco Franco en el Monte Hacho en 1936. En la actualidad, son 26 los compañeros que componen la Logia Hércules de Ceuta.
Frente a la barra del Hotel La Muralla reposaba Astrid Weitz con un refresco burbujeante y unas patatas fritas sobre una mesa acristalada. Es un lugar bien conocido por la licenciada en Interpretación y Traducción. Allí se celebró el “levantamiento de muros” de la logia ceutí en 2022, tras cuatro años esperando alcanzar los 14 miembros necesarios para alzarse como tal. Con hermanos de entre 30 y 75 años, pertenecientes a diversas profesiones u oficios, aseguraría la docente en algún momento de la larga conversación con este diario que ser masona es “de las mejores cosas” que ha hecho en su vida.
Weitz se topó con la masonería buscando la intelectualidad. Nacida en Alemania y formada en España, la profesora del IES Puertas del Campo necesitó llenar su vida cuando sus hijos, ya adultos, decidieron regresar al país germano. Lo intentó con Greenpeace y con Amnistía Internacional. Le interesaba la protección del medio ambiente y los derechos humanos, pero con las organizaciones no gubernamentales siempre le faltó algo. Conversaba con sus amigos sobre “temas políticos, filosóficos, morales, éticos”, y tampoco era suficiente. Extrañaba “la base”, el “constructo”, el “edificio” donde encontrarse y materializar sus inquietudes. Así que llamó a las puertas de la masonería.
Se inició en Málaga, donde halló una logia mixta. Es comprensiva con la antigüedad del movimiento, que emergiera en la Edad Media, cuando las mujeres “no tenían ningún papel en la sociedad”, pero no concibe “un lugar donde segreguen entre sexos”. Fue a parar a una “logia liberal”, federada al Gran Oriente de Francia. Dentro de las corrientes masónicas, mientras la tradicional emergió en Inglaterra, la nacida tras en Francia tras la revolución ciudadana del XVIII es “adogmática”, sin dioses ni ideologías. Esa última es la que siguen Weitz y sus hermanos masones caballas.
“Tanto Franco como Hitler oprimieron y asesinaron a muchos de nuestros hermanos”
“Libertad, igualdad y fraternidad son nuestros pilares”. “Son bienvenidos gente de todas las religiones, gente de todo tipo de procesiones, de procedencias, mientras que no sean ni fanáticos, ni xenófobos, ni quieren discriminar a nadie por razones que no lo aceptan. Ni populismos, ni fanatismos, ni extremismos”. El carácter crítico y librepensador del espíritu masónico, asegura la alemana, es el que provocó la persecución de los hermanos y la consecuente “leyenda negra”. “Tanto Franco como Hitler oprimieron y asesinaron a muchos de nuestros hermanos”.
“Volver a levantar cabeza” a pesar de la “leyenda negra” difundida durante el régimen franquista les resulta complicado. Es por eso que algunos prefieren mantener oculto su pertenencia a las logias. No es su caso. “Yo me enorgullezco de ser masona. Desde que me inicié creo que ha sido de las mejores cosas que he hecho en mi vida”. Especialmente cuando viaja a Francia, donde existen logias hasta de 1728. Allí los valoran, “toda la sociedad es consciente de lo que es. En Francia, los masones superan los 50.000 hermanos. “Hay ciudades con 30 o 40 logias. Es lo más normal del mundo que tengas masones en tu familia”. Y cita a Montesquieu, Mozart, Ramón y Cajal u Ortega y Gasset como algunos de los masones más ilustres. Para Astrid “es importante aclararlo”: la masonería “no es una secta”. Al contrario que en éstas, “es muy fácil marchar”, aunque sí “muy difícil entrar”.
La verdad
Una vez al mes, los masones de Ceuta tienen una asamblea, una reunión donde debaten temas sociales, políticos, filosóficos. Cualquiera que pueda “interesar”. El denominador común es “cumplir con el cometido del masonerismo: crecer como personas. Aprender. Es como una escuela de pensamiento”. Y, aclara que se mueven “dentro de la más estricta legalidad”, aceptando “el Estado y las leyes”. Lo “único” que pretenden es formarse “como personas”, “saber cómo pensar, cómo afrontar situaciones diarias, cómo gestionar los pensamientos, las ideas, las emociones cotidianas”.
En sus reuniones comparten opiniones tratando primero de conocer los temas “en profundidad, para no caer nunca en populismos, en posturas que no aportan nada positivo”. Tratan de ir “más allá de la superficie, con espíritu crítico”. Para ello, incluso organizan congresos especializados. Astrid acudió a uno sobre Inteligencia Artificial en Gran Canaria. “Nos volcamos mucho últimamente con el tema de la inteligencia artificial. Hablamos de temas muy de actualidad”. Los congresos y encuentros públicos son necesarios: “Se trata de la exteriorización de la masonería. A mí me parece muy importante que se sepa en qué trabajamos, en qué nos interesamos porque muchas veces la leyenda negra borrarla es muy difícil”.
Para acceder a ellos, primero se debe ser aprendiz, primer escalafón dentro de la jerarquía masónica, es necesario pasar por un “proceso de selección”. Miembros de la logia entrevistan al candidato o candidata para comprobar “si puede encajar”, según “intereses, forma de ser”. “Es un poquito ver quién eres”. Tras la redacción de un informe, es presentado al resto de hermanos, que tienen derecho a preguntar “sobre diversos temas”. “Qué busca en la masonería, qué sabe... Incluso preguntas como cuál es el último libro que has leído o qué música te gusta”.
Pregunta.- ¿Tiene un cariz cultural?
“Sí. Filosófico, moral, cultural... Todo esto”. Partiendo de que la estructura, aunque jerarquizada, es “democrática”. Los elegidos como aprendices lo son durante un año. Pero antes, relata Weitz tratado no detenerse demasiado en la arista, deben pasar un “ritual de iniciación”. “Eso es, digamos, más privado. Hoy en día se encuentra todo en Internet, pero a los iniciados les recomendamos que no investiguen mucho porque pueden encontrar de todo. Déjate llevar y será más asombroso. Es una cosa muy entrañable”.
Al pasar un tiempo, “normalmente un año”, el aprendiz pasa a ser compañero. Esa transición también va acompañada de “otro tipo de ritual. Ya trabajan temas más profundos, más filosóficos, con otro tipo de herramientas”. Las herramientas a las que se refiere tienen un fin “simbólico”, tomado de “las antiguas herramientas con las que trabajaban los primeros masones”. Un compás, un martillo, la escuadra o la regla. Porque los masones originarios, en la Edad Media, eran canteros dedicados a construir catedrales.
El pasado y el futuro
Los masones “auténticos” eran “hombres que viajaban por ciudades de Europa construyendo catedrales”. Se reunían en espacios como pequeños edificios adheridos a las catedrales que construían y hablaban “de los planos, de la arquitectura, de cálculos matemáticos...”. Las herramientas no suelen ser utilizadas, más bien constituyen elementos decorativos, son “expuestas”. Pero cada una tiene su significado. Como la regla de 24 pulgadas, a la que atribuyen “la rectitud”. “Es deseable que tú, como masona, seas una persona honesta, que actúes de forma recta en tu vida”.
“Hay gente que entra pensando que pertenecer a la logia otorga ventajas para relacionarte con ciertas personas. Nada más lejos de la realidad”
También cuentan con varios “oficios que toman sus nombres de la Edad Media”. El Venerable Maestro es el presidente de la logia, reelegido anualmente. Tienen también un secretario y un tesorero. El resto, “obreros”. El tesorero gestiona el capital de la logia, la cual recibe fondos procedentes de las cuotas mensuales de los hermanos. Sirven estas para sufragar los gastos de la sede. En su caso, al carecer de ella, lo invierten en el alquiler de la habitación en el Hotel La Muralla. También lo usan para financiar conferencias, como la llevada a cabo en 2018 sobre la masonería y la mujer.
“Tuvo muy buena aceptación aquello”, asegura, añadiendo que su intención es realizar más eventos de ese tipo. Para divulgar sobre masonería en Ceuta públicamente y ofrecer a los ciudadanos una percepción correcta de su actividad. Esperan que las ideas “erróneas” desaparezcan. “Hay gente que entra pensando que pertenecer a la logia otorga ventajas para relacionarte con ciertas personas. Nada más lejos de la realidad”.
Cuenta que en algunas ciudades se realizan “reuniones abiertas”, para que cualquiera tenga acceso a lo que hacen, pero Ceuta “es un poquito particular”. “Tenemos que medir un poco lo que hacemos. Algún hermano o hermana igual no quiere que le vean”. A Astrid Weitz no le importa, es masona y “lo lleva con orgullo”.