El antiguo mercado del Príncipe se convirtió en un trastero

A pesar de las promesas de la Ciudad de reconvertirlo en un centro para mayores, muchos vecinos no confían en el proyecto

Foto J.I.M.
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Está cerrado a cal y canto. Se sitúa a solo unos pasos del zoco del Príncipe, donde una mañana de febrero varios chavales dejan el tiempo pasar fumando sentados en varias motos. Abdelkamel, Bashir y Malika, todos de la directiva de la asociación vecinal del barrio, se apresuran a abrir las puertas. “Estamos cansados ya. No nos creemos nada”. Lo que antes era el ‘corazón’ de la barriada lleva décadas cerrado. Carne, especias, pescado, ropa. El antiguo mercado del Príncipe inyectaba vida a una zona abandonada año tras año. La Ciudad prometió varios proyectos. “Todos incumplidos”. Ni los vecinos ni desde la propia asociación confían en la rehabilitación del establecimiento, deteriorado y que hace las veces de trastero para los residentes del área a pesar del mal estado de las instalaciones.

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El lugar luce desolado. Algunos mostradores para la exposición de productos dan una pista de lo que fue y significó este mercado para el barrio. Los huecos de lo que en su día eran los puestos de venta los llenan trastos, motos o incluso colchones en lo que parece una morada para más de algún residente de la zona. Los techos tienen grietas y el baño desprende un olor difícil de soportar. “Esto lleva parado desde hace unos 10 años”, explica Malika. Las llaves las guardan en la asociación de vecinos, pero hace algo más de una semana y viendo el “poco interés” en el establecimiento, decidieron desentenderse de la vigilancia. “¿Ves cómo está la estructura? Si pasa alguna desgracia la responsabilidad es nuestra”, sostiene Abdelkamel.

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El Gobierno local invirtió en la reforma del edificio, allá por 2013, cerca de un millón de euros para que fuera aprovechado como una escuela taller. Se dio “algún” curso organizado por Procesa, pero una vez finalizados volvieron a entregar las llaves a la asociación. Desde entonces, exponen los directivos, ha sido “promesa tras promesa”. Todas incumplidas. “Al final la rehabilitación no sirvió porque no pusieron salidas de emergencias. No cumplía la normativa. Nos dijeron que iba a ser un centro del mayor, después un centro cívico…Nada de nada”, añade Bashir.

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Abdelkader pasea por los aledaños del mercado ayudándose de una muleta. Lleva toda la vida en el Príncipe. Sostiene un libro escrito en árabe que se titula ‘los horrores de las tumbas y más allá”. Recuerda perfectamente cuando el mercado estaba en funcionamiento. Hace décadas. “Esto era maravilloso. Había un comercio muy bueno. No sabes cómo se ponía esto antes. Había muchas personas de todo Ceuta que venían aquí a comprar diariamente”, recuerda.

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Su hermano fue el último que se resistió a dejar su tienda de ropa en el mercado. “Eran otras generaciones que han ido falleciendo. Supongo que por eso se cerró. Aquí se vendía pescado, carne, especias, verdura, frutas. Lo mejor es que era tan barato que se vendía todo. Al final del día a nadie le quedaba nada en sus locales”, asegura. El vecino añora esos años en los que los comerciantes vendían hasta en la calle por falta de espacio. “Había un hombre que vendía pollos. Que los mataba y despellejaba en la plaza. Eran otros tiempos”, cuenta antes de seguir su camino.

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El edificio es propiedad de la consejería de Asuntos Sociales que dirige Nabila Benzina. En una interpelación del partido localista MDyC hace semanas en la que preguntaron por el mercado, la consejera afirmó que pondrán todo su empeño para crear un centro del mayor. Procesa hace unos años, sostiene Abdelkamel, hizo un proyecto con arquitectos para ver la viabilidad, pero no salió adelante. “Hablé hace poco con Nabila y me dijo que estaba muy interesada en subir a verlo. Seguramente la semana que viene. Ella sí está poniendo de su parte, pero tampoco está en su mano”.

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Algo que molesta a muchos vecinos de la zona y a la directiva es que el presidente Vivas no haya subido a la zona desde hace “unos 12 años”. “Yo estaba aquí con muchos ancianos. Vivas les prometió que aquí se haría un centro del mayor, lo hizo delante de mí. Muchos de ellos han fallecido ya”, asegura Abdelkamel. Antes de cerrar las puertas, los directivos señalan un aire acondicionado que costó 12.000 euros y que nunca llegó a funcionar. “Se podrían hacer tantas cosas aquí”, lamenta Malika.

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Hadouch Yaloul y Batula Abdeselam son dos trabajadoras del Plan de Empleo que limpian cerca de la iglesia y de la asociación vecinal. Ambas recuerdan cuando eran pequeñas y sus madres las mandaban al mercado con la lista de la compra. “Esto era una alegría hijo. Salir, comprar, la plazoleta llena, el hombre que mataba los pollos y los preparaba, el carnicero, el que vendía especias…Es una pena”, lamenta Yaloul.

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Ambas recuerdan hasta la confianza que había entre clientes y comerciantes. “Encontrabas de todo, sábanas, ropa, teteras, ollas…y les pagábamos a la semana o al mes, cuando se podía”, comenta Abdeselam. De hecho, Yaloul aún conserva una olla que compró en su día, hace más de 40 años. “Hasta mi madre hacía raifas y las vendía”, añade entre risas. La aparición de los supermercados y la muerte de muchos de los comerciantes fue, según ambas, lo que acabó liquidando el establecimiento. Son muchos los que añoran aquellos tiempos en el Príncipe. Ese mercado no volverá.

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