La Campanita y el Medinaceli se unen para que en Cruz Blanca no falten torrijas
SEMANA SANTA 2024
La confitería y la hermandad han gestionado la entrega de más de 90 unidades del dulce ‘cofrade’ para que los usuarios de la ‘casa franciscana’ merienden este Jueves Santo
“Nosotros siempre colaboraremos en obras sociales con todo el que nos lo pida. Y si se trata de Antonio, mejor”, enuncia uno de los trabajadores de La Campanita, José Manuel Quero, mirando de reojo al secretario de la Hermandad del Medinaceli José Antonio Rivero. El tradicional negocio ceutí y la cofradía de Puertas del Campo se han unido esta Semana Santa en un acto solidario que da continuación al proyecto que comenzaron la pasada Navidad. Si en enero fueron roscones de reyes, este 28 de marzo se han desplazado hasta Cruz Blanca para hacer entrega de alrededor de 90 torrijas que serán consumidas por todos los usuarios de la entidad en la merienda de esta tarde.
A eso de las 12:30 horas, los dulces recogidos por José Antonio serían entregados a los Hermanos Franciscanos, gestores de Cruz Blanca, de manos no solo del secretario sino también del hermano mayor de la Hermandad, Juan José Carnero, la mayordoma, Lola Mena, y, representando al grupo joven, Ana Carnero. La institución beneficiaria no fue escogida por casualidad. La cofradía del Medinaceli y María Santísima de los Dolores está vinculada a la misma ya que sus imágenes titulares se hallan en la antigua sede de la entidad, la parroquia de San Ildefonso. La colaboración entre ambas instituciones religiosas viene de lejos, “y ahora, también La Campanita”. Sin la colaboración de los pasteleros, garantizaba Rivero mientras recogía las torrijas una hora antes de la entrega, “no habría sido posible”.
El ambiente está cargado del olor que desprende el pan friéndose en las enormes ollas donde se elabora el tradicional dulce cofrade. Con un rosáceo velo cubriendo su pelo, Farida voltea con cuidado las rebanadas que previamente ha empapado en leche. Se encuentra ultimando el pedido con el que, de forma altruista, permitirán que el casi centenar de personas mayores que residen en la ‘casa familiar’ de los franciscanos disfrute de la “delicia” que cada año La Campanita prepara por miles. “Este año ha sido un disloque”, expresa José Antonio. Comenzaron a vender torrijas una semana después de la celebración de los Reyes Magos, pero la venta incrementó exponencialmente durante la Cuaresma. No se atreve con las cifras, “pero más de 3.000 seguro”.
“Los mayores de Cruz Blanca van a disfrutar de las torrijas gracias a nuestro amigo Joselito”
A finales de 2023 surgió la idea de obsequiar con un pequeño roscón de reyes a cada usuario de Cruz Blanca. Lo hicieron vestidos de Reyes Magos. Entre ellos, el mismo José Antonio Rivero, que relata cómo tuvo que colocarse una barba falsa de pelo blanco para representar al rey Melchor. “Ya me las he dejado naturales”, añade sin abandonar el tono cómico que le caracteriza. Ahora es el turno de las torrijas. En este caso, rellenas de crema. “Puedo garantizar que están riquísimas”, asegura el secretario del Medinaceli alabando el trabajo del equipo repostero. “Las van a disfrutar gracias a nuestro amigo Joselito”, subraya mientras busca la mirada cómplice del aludido, que no para de sonreír.
Son conscientes en la cofradía de que no habrían podido hacerlo de no ser por el esfuerzo de ‘La Campanita’. Necesitaban su “empujón”. Para ellos, tanto como para José Manuel Quero y el resto de sus compañeros, “la solidaridad es fundamental”. Explica Quero, quien prefiere no ser presentado en la prensa como “el jefe”, sino como “un trabajador más”, que suelen colaborar en obras sociales siempre que se presenta la oportunidad. En numerosas ocasiones han trabajado con el Hospital Universitario de Ceuta para Fin de año. En general, “con todo el que lo proponga”. “Pero si es con Antonio -Rivero-, mejor”.
Una Semana Santa intensa
El trabajo en La Campanita es intenso durante la Semana Santa. Si desde mediados de enero comienzan con la elaboración y venta de dulces típicos cofrades, con la torrija como estrella, es durante los meses de Cuaresma, previos a la semana mayor, cuando la demanda crece. Continuarán en la confitería vendiendo torrijas hasta dos semanas después de que pasen las fiestas. “La gente que se va fuera durante estos días, cuando vuelve, suele venir a comprar”, aclara Quero. A escasos metros de este, Otman y Morad se encargan de la tarea diaria, la misma que no cambia en función de la época del año.
El primero de ellos abre un alargado horno que desprende de su interior una elevada temperatura. Decenas de barras de pan asoman entre sus filas. De diferentes tamaños y formas, Otman los muestra con orgullo. No lleva más de 4 años trabajando para este establecimiento, pero se dedica a lo mismo desde hace décadas. “¡350 bocadillos de tortilla se llevaron ayer!”, exclama. Todos, explica Quero, encargados por la Hermandad de la Flagelación.
También elaboraron 100 unidades del mismo ejemplar para la del Vera Cruz el pasado Lunes Santo, y se encuentran este jueves preparando los 75 que ordenó la Hermandad de Los Remedios. También tienen apuntados un total de 120 para el Santo Entierro. En este último caso, de tortilla y atún con tomate. Se muestra agradecido José Manuel a todas las cofradías que cuentan con ‘La Campanita’ para alimentar a sus costaleros y demás miembros del cortejo.
Pero, con especial cariño, nombra a la del Medinaceli. "El Señor de Ceuta", añade el confitero con una sonrisa. Junto a José Antonio Rivero confiesa que "el Medinaceli es el Medinaceli". Seguramente, aclara, por la ubicación en la que permanece todo el año, en la barriada del Príncipe. "Cuando hacemos el traslado nos dicen los vecinos musulmanes: '¿Ya os lleváis al vecino?'", cuenta con simpatía el secretario de la Hermandad. “¿Es verdad que el pelo del Medinaceli es de una mujer musulmana?”, pregunta con curiosidad José Manuel a José Antonio, quien niega con la cabeza. "Hay muchas leyendas", responde.
Lo que sí es cierto es que con él como nexo, su cofradía y La Campanita, y así lo prometieron este Jueves Santo, continuarán uniendo fuerzas para que a los mayores de Cruz Blanca nunca les falte un dulce.
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