Pinganillos ‘para copiar’ envían a cuatro estudiantes de Ceuta al hospital

SANIDAD

Con la llegada del período de exámenes y Selectividad, médicos del HUCE alertan del “peligro” de estos aparatos “del tamaño de una lenteja”, que enviaron a quirófano uno de los afectados

El equipo consta del pinganillo diminuto y un collar inductor que amplifica el sonido, conectados vía bluetooth. / FOTO Amazon
El equipo consta del pinganillo diminuto y un collar inductor que amplifica el sonido, conectados vía bluetooth. / FOTO Amazon

“¿Confiarías en un doctor como éste si supieras que aprobó copiándose con pinganillo?”. Así trató una enfermera del Hospital Universitario de Ceuta (HUCE) de remover la conciencia de uno de los cuatro jóvenes intervenidos en los últimos dos meses por el servicio de Otorrinología para extraer los pinganillos ‘espía’ atascados en sus oídos. Coincidiendo con el periodo previo a la Selectividad, que ha dado comienzo este mismo martes en Ceuta, los estudiantes afectados sostuvieron una misma defensa: “no era para copiar”, solo lo estaban “probando”. La “gravedad” es tal que uno de ellos sufrió un desgarro que lo envió a quirófano para ser operado.

El equipo consta del pinganillo diminuto y un collar inductor que amplifica el sonido, conectados vía bluetooth. / FOTO Amazon
El equipo consta del pinganillo diminuto y un collar inductor que amplifica el sonido, conectados vía bluetooth. / FOTO Amazon

Su tamaño es “prácticamente el de una lenteja” y su precio ronda los 100 euros, aunque la multa por usarlo en el examen del carnet de conducir puede ascender a los 600 por vulnerar la Ley de Seguridad Vial. Desconoce el otorrinolaringólogo Enrique Roviralta si los adolescentes que se acercaron de urgencia a su consulta pretendían aprobar el práctico, pero manifiesta la “peligrosidad” a la que se exponen al emplearlo. El aparato nanotecnológico es, en palabras del experto, “casi indetectable”, “a no ser que lleves un otoscopio”, herramienta poco habitual en las aulas de los centros educativos.

Confiesa el especialista que hasta hace dos meses “nunca” se había topado con ese “cuerpo extraño”. “Mira que he tenido que extraer insectos, piedras de la playa, gomas de borras… Pero pinganillos nunca”. El último paciente atendido, narra, sufrió un desgarro del conducto auditivo que lo llevó hasta el quirófano, ya que no fue posible para los médicos extraer el objeto con pinzas ni con lavados de agua. El pinganillo debe ser expulsado con un imán, pero, en muchas ocasiones, éste falla.

El llamado pinganillo ‘espía’ mide tan solo 3 milímetros de ancho y largo. Con una forma circular, la ‘lentejita’ es la que el comprador introduce en el interior de su oído. El equipo se completa con un collar inductor que se conecta a un móvil o mp3 permitiendo amplificar el sonido que quiere recibir la persona que porta el aparato. En caso de usarlo para copiar en un examen, puede oír la lección desglosada por un tercero a través de una llamada telefónica o llevar el temario grabado en un reproductor de audio.

El otorrinolaringólogo del HUCE, Enrique Roviralta. / FOTO REDUAN
El otorrinolaringólogo del HUCE, Enrique Roviralta. / FOTO REDUAN

Sorprendió a Roviralta y sus compañeros que la edad de los pacientes fuera similar, “todos chavales”. “Pero ninguno reconoce que lo querían para copiar. Todos dicen que solo lo estaban probando. Eso sí, cuando se los sacamos siempre nos lo piden de vuelta”. “Todos son jóvenes de segundaria, quizás de selectividad. Para exámenes tipo test con muchas preguntas probablemente no valga este sistema, pero cuando son de desarrollo pueden buscar el temario y que se lo dicten exactamente”, explica Roviralta. Lamenta el doctor que la ciudadanía no sea consciente de los peligros que conlleva el uso del dispositivo desconocido.

“Es nuestra responsabilidad alertar a los estudiantes que esas cosas que se colocan a veces no salen y puedes incluso acabar en un quirófano”. Asegura que actualmente los médicos “desconocen” aún los daños que puede provocar sobre la piel o el conducto, ya que carecen de toda la información sobre los materiales que componen el aparato. También aprovecha para pedirles “que estudien para ser alguien el día de mañana”. Una de las enfermeras no pudo reprimirse el sermón y se dirigió a uno de los afectados advirtiendo que deben “estudiar más”.

El cuidado del oído

El otorrino aprovecha para reivindicar la importancia de mantener un cuidado frecuente y consciente del oído, cuyas patologías son “cada vez más generalizadas”, hasta el punto de que, De aquí a 30 años, una de cada 10 personas será sorda, vaticina la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). Además de aconsejar evitar el uso de pinganillos ‘nano’, mantiene que “está prohibida cualquier fórmula para limpiar el oído”. Incluye los bastoncillos y los ‘spray’, ya que “provocan infecciones, heridas pequeñas y, en muchas ocasiones, introducen la cera hacia adentro”.

"Me he encontrado de todo en oídos. La llave del coche, el capuchón de un bolígrafo, un clip que abren y se arrascan con él porque tienen picor..."

Desaconseja cualquier fórmula ya que “el oído tiene su propio mecanismo de limpieza”: “La piel va produciendo un desplazamiento por el cual cualquier cuerpo extraño termina saliendo al exterior”. De hecho, añade que “la cera no es mala en sí misma”, tiene la función de “aislar de la humedad al conducto auditivo”. Sin embargo, diariamente se topa en su consulta con personas que confiesan introducirse cualquier tipo de elemento en el oído para expulsar la cera. “La llave del coche, el capuchón de un bolígrafo, un clip que abren y se arrascan con él porque tienen picor…”.

Ha tenido que extraer de los oídos de los adultos trozos de bastoncillos hasta o de auriculares. También se ha visto obligado a quitar numerosos “cuerpos extraños” a los niños, “que se meten de todo”. “Desde pilas pequeñas hasta perlitas de collares o insectos”. Rememora la historia de aquel agente de seguridad de la Embajada de México en España de cuya oreja tuvo que extraer una cucaracha. “He quitado cucarachas, hormigas, arañas y de todo. El insecto empieza a moverse por el tímpano y no logra salir porque no tiene la capacidad de caminar hacia atrás. Lo peor es cuando entra un insecto con aguijón”.

También recuerda a una niña que, jugando con su abuelo, se clavó una aguja “muy fina” de un avión de metal, perforándole el tímpano. U otra señora que se lo perforó limpiándose el oído con un alambre. También cuenta el otorrino que es común el uso de horquillas. Y relatando historias de ese tipo, garantiza, podría pasar “horas”, tras más de treinta años de ejercicio. Haciendo retrospectiva, todo ha cambiado, en parte, “a mejor”, pero continúa inmutable la indiferencia generalizada hacia los problemas auditivos. Y eso que, vaticina el especialista ceutí, “al final todos nos quedaremos sordos”.

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